Asegura que su cabeza es capaz de "viajar a otros mundos" después de leer el guion de una película, que hay algo en su imaginación que le lleva a territorios fantásticos como los que visitó en "Alien", "Conan el bárbaro", "Furia de Titanes", "La Guerra de las Galaxias", "La historia interminable", "El resplandor", "2001: Una odisea en el espacio". Su español sufre cuando utiliza palabras largas, pero el británico Colin Arthur, Premio Honorífico del Festival Isla Calavera -junto con el actor Jack Taylor- que acaba de celebrar su primera edición en suelo tinerfeño- se defiende con solvencia en una conversación en la que habla de efectos especiales, del futuro que le espera al séptimo arte entre tantos avances informáticos, de los directores con los que ha trabajado... "Soy un artista que se ha prostituido al cine", cuenta en una de sus primeras reflexiones.

Maestro de los efectos especiales y el maquillaje, Colin Arthur dice que "para llegar lejos en cualquier profesión hay que ser constante y, sobre todo, tener algo de suerte, talento y trabajo. Si falla una de esas tres cosas te quedarás en tierra de nadie", reivindica antes de poner como ejemplo la curiosidad de un joven periodista: "Si no existe es muy difícil dar algo diferente: podrás sobrevivir, pero siendo uno más... En el cine pasa algo parecido", precisa el creador, entre otros seres fantásticos, del Comepiedras y el Fújur -aquella especie de perro albino- de "La historia interminable". A los 10 años ya tenía claro que quería ganarse la vida como escultor y una de sus primeras experiencias laborales la vivió en el Museo de Madame Tussaud londinense.

El también creativo de proyectos cinematográficos que llevan la firma de Alejandro Amenábar -participó en los rodajes de "Abre los ojos" y "Hable con ella"- no oculta que sus raíces están unidas a la escultura. "Lo del cine fue una oportunidad", rescata sobre uno de sus primeros encargos. "Cuando decidieron rodar La historia interminable pusieron mucho dinero sobre la mesa, pero también una cantidad de huecos que estaban sin cubrir, uno de ellos en el campo de los efectos especiales... Entré sin ser consciente de lo que iba a pasar. De hecho, trabajé durante seis meses en varios bocetos sin enseñarlos", avanza respecto a un proceso que nació a partir de la lectura del libro y del guión sobre el que iba a circular la película... Un día entró Wolfgang Petersen en mi taller a ver qué demonios había hecho un desconocido con las instrucciones que le habían dado. Le debió gustar", resume con una sonrisa. "La lectura es una fuente de inspiración para mí. Aún lo es porque algunas de las cosas de las que hablamos al principio de la conversación (suerte, trabajo y talento) siguen intactas. Sobre todo, lo que afecta al trabajo", remarca.

Hace 27 años ganó un Goya a los mejores efectos especiales por su trabajo en "La grieta", del director Juan Piquer Simón. "Con él me pasaba algo parecido a lo que sentía cuando miraba a los ojos a Ray Harryhausen -al que señala como su maestro-. No sé cómo ocurría, pero podía leer en su mente lo que quería de mí: esa es una relación muy parecida a la que percibo los días que veo trabajar juntos a Jack Taylor y Víctor Matellano. Para mí es importante obtener esa sensación de libertad por parte de un director, es decir, que mi cabeza eche a rodar sin límites", agradece un profesional que compara un filme con "el inicio de una relación. Cada película es una historia que vuelve a empezar, una familia que se crea en la que todos tienen que estar unidos... Al final algunos se van para siempre, pero otros continúan unidos a tu vida", añade.

Colin Arthur ha avalado más de un centenar de experiencias con directores de la talla de John Milius, Stanley Kubrick, Gordon Hessler, Steven Spielberg, Wolfgang Petersen, Roman Polanski... "De todos aprendes algo nuevo; todos son distintos", resume sin perder de vista algunos casos excepcionales como el que unió su creatividad con el director de "2oo1: Una odisea en el espacio" o "El resplandor". "Muchos consideran que era un cineasta complejo, pero no es así... Kubrick era un ser mágico, un talento que estaba abierto a mundos que aún nadie ha visitado. En 2001: Una odisea en el espacio él era muy joven y decidió arriesgar. Estaba jugando con las nuevas tecnologías y decidió innovar. Era un hombre que dejaba margen a su equipo, pero si alguien no estaba motivado se iba a la calle. Tenía la mentalidad de un empresario y eso se traducía en sus películas. Imaginaba cosas que nadie era capaz de ver", destaca.

De Spielberg, con el que trabajó en "El imperio del sol", afirma que es muy sencillo crear a su lado porque tienes todos los medios a tu alcance. "Cerca de ti hay nueve o diez grandes camiones con todo el atrezo que necesitas, pero si falta algo no hay problema: tenemos dinero para hacerlo... Spielberg tiene un cheque en blanco para hacer el cine que quiere, pero trabajo para ello. Es un lujo que solo se pueden permitir unos pocos", revela.

De lo que hay y, sobre todo, está por venir en el campo de los efectos especiales y el maquillaje, Colin Arthur considera que "los efectos digitales y físicos deben aprender a convivir juntos. El cine es emoción y los ordenadores son máquinas casi perfectas pero que carecen de alma. Sí que tienen algo de lógica, pero les falta corazón. Es necesario buscar un equilibrio que permita que la tecnología y el cine de siempre se complemente. Eso es necesario para que el público regrese a las salas", concluye.

Colin

Arthur

creador de efectos especiales