Está convencido de que los espacios públicos que están bien tratados en una novela se terminan transformando en espacios morales. "Eso es algo que yo traslado a los apartamentos o pisos que ocupan mis personajes", precisa Juan José Millás (1946) en el subsuelo de una entrevista en la que habla de libros, de periodismo y, cómo no, del monotema que acapara el pulso informativo nacional estos días. "Una novela no se hace a golpes de inspiración, se hace con disciplina", afirma un escritor que a finales de la pasada semana mantuvo un encuentro con sus lectores en el Auditorio de Tenerife.

Usted, que tiene un trazo fino y rápido para analizar la imagen, ¿qué opina de todo lo que está sucediendo entre España y Cataluña?

Esa es una fotografía complicada de un conflicto muy grave que no podemos minimizar y al que se ha llegado por una falta de perspectiva política y la suma de muchas mezquindandes y torpezas. Lo peor es que no se divisa una solución feliz a corto o medio plazo.

¿Esa escenografía de convulsión social inagotable le interesa más al periodista o al escritor?

Esa tensión hay que vivirla a pie de obra y allí las cosas se suceden a un ritmo vertiginoso. Lo que más me llama la atención, sobre todo, es la inteligencia o ausencia de la misma con la que los políticos nos cuentan las cosas... Lo único que podemos esperar es que el daño, que ya es irreparable, no siga creciendo sin control... Que los políticos estén a la altura de la catástrofe que ellos han creado.

Cada vez son más los creen que actualmente se percibe una separación de ideas y pensamientos parecida a lo que se dio en los años más belicosos de este país.

La fisura emocional es grande y tiene diferentes trayectorias: de España hacia Cataluña y la de una sociedad catalana dividida. Hace unos días hablé con un empresario que estaba bastante preocupado porque tres de sus empleados eran independentistas y los otros tres no. Me contó que lleva semanas viviendo en un estado de Noche Buena permanente con muchas discusiones y, sobre todo, una gran desconfianza. Esas heridas tardarán en cicatrizar...

¿Hay riesgo de que esas grietas afecten al sector editorial?

Existen escritores que son independentistas y también los hay que son unionistas... Lo que no tengo claro es que haya españolistas en el sentido de provocar una inflamación de unos valores patrióticos. Este es un asunto transversal que afecta a toda la sociedad a escritores, médicos, policías... Basta con poner unos minutos la televisión o escuchar una emisora de radio para darse cuenta en el lío que nos han metido.

¿Su "cirugía" para contar mucho en pocas palabras es una virtud aprendida del periodismo?

En una opinión de 40 líneas no te puedes permitir el lujo de que sobre una línea. Ahí lo tienes que contar todo. Si te dejas algo fuera eso es un desastre. La economía del lenguaje ayuda a ser preciso y, por lo tanto, una virtud literaria que se aprende con el ejercicio del buen periodismo.

¿Con más de cuatro décadas de producción literaria en su "morral" aún le quedan muchas historias por contar?

La escritura es como los pozos: si no sacas agua se acaban secando, pero si los explotas regulamente el agua siempre aparece. Si no escribes te secas, y cuanto más escribas las posibilidades de que aparezca algo interesante aumentan. ¿Qué es lo voy a hacer en el futuro? Espero que todavía tenga alguna historia que contar. De hecho, ya le estoy dando vueltas a una... Una novela no se hace a golpe de inspiración, se hace con disciplina: hay que percutir una y otra vez.

¿Qué sensaciones le transmite la prensa escrita; hay futuro?

Aún no lo sabemos con exactitud porque estamos en ese punto en el que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer... Llevamos años hablando de esto. Este es un paradigma complejo que nadie predijo hace diez años y, por tanto, ahora es imposible aventurar qué es lo que a pasar en una década.

¿El periodismo más tradicional, el asociado con el formato papel, mutará su "piel" para mostrarse solo en versión digital?

Antes habrá que pasar por unos periódicos de fin de semana bien hecho, muy interpretativos porque nuestras vidas está saturadas de datos: nos despertamos oyendo datos, almorzamos viendo datos y acabamos el día con más datos. Lo que tiene que hacer el periodismo es articular esa información: recopilar, ordenarla, reflexionar y mostrarla con un diseño atractivo. Ese es el cometido asignado a los periódicos de papel: una generosa capacidad de análisis y, aunque solo se publiquen los fines de semanas, que estén bien escritos. Ese tránsito tardará porque la prensa digital debe mejorar la calidad de sus textos y contenidos.

¿La prensa ha sido "devorada" por las prisas?

Tengo la impresión de que los lectores de prensa digital solo leen los titulares. Ahí no hay análisis. Yo compro cuatro periódicos diarios y, además, me doy un paseo por el mundo digital. Esos son dos mundos que no tienen nada que ver. El papel, más o menos, es fiel a sus principios, pero en la versión digital se aprecia que no hay una estrategia narrativa, hay textos que no han pasado por un filtro y la gran mayoría de las informaciones no sobrevivirían a un examen poco riguroso. En mis tiempos si tu crónica no le gustaba al redactor jefe la repetías hasta que esta tenía unos mínimos de calidad para ser leía por los lectores. Esa falta de control está vinculada con el hecho de tener un pie aquí y el otro allí, pero también con una crisis económica que no permite gastar mucho dinero.

¿Cómo hay que interpretar lo que ocurre en las redes sociales?

A partir de una visión que está despojada de cualquier fundamento periodístico. Las redes sociales son un espacio donde todo es bastante parecido a la nada, es decir, algo que crece y desaparece a una velocidad de vértigo. Ser trending topic es la esencia de la fugacidad, algo que en cuanto pase su tiempo de caducidad no va a ser recordado por nadie. Esa inmediatez no es comparable con los valores que han blindado durante tantos años el oficio de periodista.