Las obras del artista tinerfeño Marco Alom (Los Gigantes, 1986) son verdaderas filigranas, un sinfín de pequeños dibujos que unidos integran otro mayor. Este paciente creador presenta su última colección, tras un año encerrado en El Hierro, en la galería Artizar de La Laguna, hasta el 2 de diciembre.

"Un año en Patmos" es el resultado de un proceso de investigación y experimentación que ha derivado en una veintena de singulares dibujos de formato grande, mediano y pequeño que han sido realizados con tinta, acuarela, acrílico, pan de plata y pan de oro.

La colección está inspirada en "El Apocalipsis" de San Juan, pretexto que Alom ha tomado para componer su propio imaginario. "Trata sobre el artista que toma distancia en un espacio acotado que le ayuda a componer su imaginario a partir de todas sus experiencias personales, el torrente de iconos que le aporta la cultura más el territorio en el que habita para crear imágenes", comentó.

La versión de "El Apocalipsis" que propone este autor es como si fuera un diario del año que ha vivido centrado en los cuadros que exhibe. "Siempre hago versiones de las representaciones clásicas y en esta ocasión es una versión de El Apocalipsis que marca un antes y un después, el final de un mundo y el principio de otro. Se habla de un periodo de mi vida, tanto personal como artísticamente, el final de un periodo y el inicio de otro. Es el registro, como un diario de todo lo que ocurrió".

Las piezas que reúne en Artizar tienen títulos como "El fin de la humanidad. Boca devoradora", "Rem", "Leviatán", "Babel" o el tríptico "Un año en Patmos, entre otras que están cargadas de simbologías basadas en dibujos de la Ilustración, de la Historia del Arte, la geología del terreno que pisa y los fragmentos de "El Apocalipsis" de San Juan que le interesan. "Son metáforas de El Apocalipsis en las que me baso para contar esta historia".

Una de las características de la obra de artista es que las imágenes que realiza ofrecen varias lecturas, una a distancia y otra de cerca. Por ejemplo, la titulada "Boca devoradora", que simboliza el terror, representa a un tiburón, pero si se observa de cerca se ve una batalla en la que intervienen multitud de hombres. Es un guiño a los cuadros renacentistas.

Este licenciado en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna ya posee una gramática básica de iconos con los que "construye" sus pinturas, algunos de cuyos elementos pertenecen a la flora y a la fauna de Canarias, entre otras influencias como la de la botánica Mary Anne Kunkel o la de Sabino Berthelot.

"Por ejemplo, hay una pieza de un arcángel que está hecha de bicácaros. También hay formaciones geológicas en referencia al territorio, además de hongos y plantas. Todo eso me ayuda a crear un imaginario, gran parte del cual procede de la botánica y la fauna canaria, además del arte clásico".

Este autor propone una serie de dibujos que contienen multitud de pequeños elementos existentes en su entorno vital. Dragos, piteras, hongos, verodes, perenquenes, lagartos, pulpos, pescados, cangrejos o centollos son algunos de los protagonistas de sus barrocas composiciones que adquieren formas simbólicas muy precisas de fácil lectura. Su arma principal, su herramienta básica, es un bolígrafo con tinta negra y una fabulosa imaginación que invita al espectador a disfrutar con sus originales y divertidas creaciones, algunas con cierto aire surrealista.