Una vez le escuché decir durante una tertulia radiofónica que fue su madre quien le recomendó que se buscara un oficio en el que no se mojara. Hijo de un albañil y de una lechera, Manuel Rivas (1957) aceptó el consejo y estudió periodismo, pero al final se acabó mojando. No hay conversación con este coruñés, ensayista, escritor y poeta, en la que no aparezca una de esas frases que te perforan el alma. "La pelea por el 11 es una lucha por el diccionario. Es una confrontación por tener el control de la palabra", dijo horas antes de tomar el avión que le trajo a Tenerife. Hoy, a partir de las 20:00 horas, en el Espacio Cultural CajaCanarias de la capital tinerfeña participa en el ciclo "La condición humana" a través de un diálogo a tres bandas al que también acudirán el filósofo italiano Nuccio Ordine y el periodista y escritor portuense Juan Cruz Ruiz. El saber que no genera unas ganancias inmediatas es el punto desde el que tomará impulso un debate de altura.

Toda su obra destila atlanticidad, cotidianidad, literatura, periodismo, poética... ¿Cómo, o en base a qué criterio, decide irse a un lado u otro?

Para mí no existen esos nichos o muros que separen claramente lo que es literatura, periodismo, pensamiento... Eso es algo que hay que tener en cuenta en una mesa de autopsia llegado el caso de analizar un cadáver, pero no en la creación. Lo que sí tengo claro es que en el núcleo central siempre debe haber una idea poética.

¿La poética es el principio?

Sí, aunque eso es algo que hay que matizar. Creo que cuando se habla de poesía existe una mirada tópica que en ocasiones tiene unas connotaciones un poco más rancias. Para mí la poesía tiene que ver con la profundidad, y más concretamente con la profundidad de la mirada, que no solo tiene una enorme importancia a la hora de escribir poesía como género sino que es determinante para entender el mundo en el que vivimos. No hay que quedarse solamente con la apariencia de las cosas y las verdades establecidas por decreto porque lo realmente estimulante es traspasar fronteras y ver qué es lo que hay al otro lado del espejo.

¿Esa necesidad de querer avanzar siempre un poco más allá es un factor determinante?

La literatura, el pensamiento y la poesía, creo, que deben ser siempre céntricos. Y en ese sentido sí que podemos hablar de esa condición atlántica que citó con anterioridad. A Borges, por ejemplo, le atraía el mundo marginal... Él aparentemente era una persona burguesa, pero eso no quita para sentir que lo que realmente le llamaba la atención era lo que estaba en la orilla. Además, la orilla no siempre es el final sino que desde ella puedes ver la otra orilla. Si no vas a ella es imposible ver el otro extremo, ¿no?

¿Y al final quién sale victorioso, el ser que se reconoce curioso o el contador de historias?

Yo creo que la mirada siempre está por delante, aunque también puede ser la mirada de un ciego. Aventurarse a lo desconocido es un impulso que hay que afrontar sin miedo. Le aseguro que siempre es más gratificante disfrutar lo que es diferente o ver lo que no se puede tener habitualmente. En los orígenes de la pintura, las artes y la literatura está mirar lo que hay oculto. Cuando Goya decía que debajo de sus grabados de guerra no se podía mirar no prohibía ser curioso. Más bien todo lo contrario. Era una invitación a mirar. Para un artista ver lo que no se puede mirar nunca puede ser un límite. Eso tiene que ser una exigencia. Decir lo que no se puede decir es como un mandamiento literario. El problema no está en traspasar uno límites, sino cómo contar a los demás lo que acabas de descubrir. Eso sí que tiene alguna que otra complicación.

¿Vivimos días propicios para el ensayo?

La literatura debe tener la doble condición de hacer sentir y pensar. La razón, en cambio, es algo que está más unida al ensayo. La razón asociada a la ilustración pero, a su vez, la razón que produce monstruos. Cuando se usa sin un sentir puede dar lugar a la bomba atómica y a otros procesos de destrucción. Por eso es imprescindible que esté conectada a la emoción. Cuando la razón se diluye el ensayo no existe y ahora mismo la estamos echando en falta. Vivimos un ciclo en el que hay que darle un protagonismo especial a las ideas, ideas que se defienden con la palabra.

¿El Manuel Rivas periodista es un espectador más del escritor que hoy dialogará con Nuccio Ordine y Juan Cruz en CajaCanarias?

Yo empecé en el periodismo a los 15 años haciendo lo que podía, entre otros cometidos yendo de casa en casa a buscar sobres con información, y sinceramente conozco bien todas sus interioridades, pero mucha gente se molesta conmigo cuando digo que el periodismo debe ser un activismo. ¿No entiendo por qué se enfadan? El periodismo es un activismo literario muy exigente con la verdad que inevitablemente debe huir de la mentira o, por lo menos, contrarrestar aquello que no parece que sea real. Cuando hablo de activismo me refiero a defender el sentido de las palabras. Vivimos un tiempo de mucha contaminación, sustracción y usurpación de la palabra. Stalin decía que "quien tiene un diccionario tiene el poder" (ríe)... Eso es algo que convive con nosotros todos los días. La pelea por el 155 es una lucha por el diccionario. Es una confrontación por tener el control de la palabra. Hay otros escenarios que no tienen nada que ver con esto, pero al final lo que subyace es la palabra.

Manuel Rivas abordó el drama de la Guerra Civil en dos novelas que nacieron cuando ya había sido reconocido con el Premio Nacional de Narrativa. En "El lápiz del carpintero" (1998) y "La lengua de las mariposas" (2001) se percibe de forma cristalina una idea poética que trabaja con mayor contundencia en "Las voces bajas". Socio fundador de Greenpeace España e impulsor de la plataforma Nunca Máis, Rivas cree que "la especie humana es un pequeño episodio en la historia del cosmos, unos seres irrelevantes que deberían vivir de forma apasionante su tránsito por él". Frente a él estará el filósofo italiano Nuccio Ordine (1958), especialista en el Renacimiento y en el pensamiento de Giordano Bruno, para hablar de la defensa de la enseñanza y el culto a las humanidades en un diálogo a tres bandas que estará moderado por el colaborador de EL DÍA Juan Cruz Ruiz.