Raymond Hernández, hijo de carpintero y tornero de profesión, había fabricado con anterioridad miles de piezas, por lo que no tenía demasiadas dudas sobre las formas y movimientos que toma la madera hasta conseguir resultados únicos.

Con pocos años decidió fabricar un bate de béisbol y algún que otro llavero. El "gusanillo" convirtió aquel viejo torno manual en su primera herramienta de trabajo. La inquietud de quien tiene curiosidad por crear los objetos que sueña lo movió a investigar, hasta tal punto que, casi sin saberlo, llegó a sus manos un torneador al aire, aquel que con un solo punto de apoyo, que es la garra, le podía ayudar a fabricar objetos para la escritura.

Una pluma estilográfica, un "roller", un bolígrafo o un portaminas pueden ser obras de arte, si unas manos artesanas moldean las piezas que lo componen. Las maderas más bellas, no las más duras ni las más nobles, solo las más bonitas, sin importar en qué parte del mundo se dan, llegan hasta el taller para transformarse en objetos exclusivos. La pieza robusta, tal vez fabricada por el propio Ray a base de creyones de colores, se prepara para acoger en su interior el mecanismo, distribuido desde Estados Unidos aunque de fabricación alemana. Puede ser que el resultado tarde en conseguirse varios días, incluso semanas, pero sea como sea, de la sala de trabajo, que se ubica en la zona más alta de La Orotava, saldrán instrumentos de escritura únicos. A partir de ahí el juego de las herramientas dará las formas más curiosas, inspiradas en cualquier elemento, incluso en los más tradicionales como pueden ser los balcones canarios.

El proceso es complejo: hay que estudiarlo todo para que la veta de la madera coincida. Once lijas, ni una menos, conseguirán un acabado sedoso, casi podría prescindir del barniz. Sin embargo, la protección y el efecto mojado están entre las características que hacen distinguir, desde la distancia, que hasta el documento más importante se firma con una pluma de Ray Pens.

Cuando un artesano se preocupa por trabajar con las bases más exquisitas, sobra decir que habrá dado la vuelta al mundo para lograr el mejor remate, y así es; lo curioso es que está al alcance de todo el mundo. El barniz que usa Ray es cianoacrilato, que no es ni más ni menos que el clásico pegamento de La Gotita. Lo que no es tan común es la manera de aplicarlo. El torno estará dando vueltas constantemente, hasta conseguir un secado perfecto, sin dejar ni una burbuja de aíre ni una gota fuera de su lugar. Al apoyarlo en la mano el escritor puede pensar que está hecho en una fábrica, sin embargo Hernández no tiene ningún reparo a la hora de recibir a sus clientes, en el propio lugar donde los hace, para que comprueben el proceso.

El montaje de un bolígrafo, portaminas o pluma es totalmente distinto. Sin embargo, este artesano, que podemos ver en las ferias más destacadas de las Islas, tiene como máxima que sea cómoda para quien vaya a escribir, por tanto se basará en el proceso que precisa una estilográfica, con una posición concreta a la hora de reposar la plumilla.

Las maderas son la base principal y parece que no dejarán de serlo, se prestan a diseños curiosos, algunos cortados con láser logrando resultados increíbles. En otras ocasiones, si tiene imperfecciones y curvas permite que el color rellene los huecos con resinas. Los materiales naturales se prestan a que el decorado sea a base de granos de café incluso con el mecanismo de los relojes clásicos. Son tantas las posibilidades que ni tan si quiera el artista es capaz de descifrar el número de referencias que ha sido capaz de crear. Estos objetos artesanos, que han sido diseñados para escribir, han llegado a hacer que las piezas sean admiradas por las personalidades más exigentes y que le sean encargadas por prestigiosas firmas, incluso aquellas que tienen la función de vender el más exquisito de los lujos.