Más de sesenta años de producción pictórica de Manolo Sánchez (Santa Cruz, 1930) están resumidas, en parte, en la exposición que presenta la sala MAC de la capital tinerfeña, hasta el próximo 27 de octubre.

La muestra, titulada "Manolo Sánchez. Ayer, hoy y mañana", reúne más de medio centenar de piezas sobre papel realizadas por el artista con técnicas como plumilla, rotulador, acuarela y algo de acrílico, medios que combina para dar forma a esas obras que reflejan la evolución de su trabajo, cada vez con una mayor tendencia a la simplificación.

La colección incluye pinturas pertenecientes a series de diferentes épocas. Escenas cotidianas de diversas ciudades italianas, como Roma, Nápoles o Palermo, de Portugal, Madeira, Andorra, Marruecos, Puerto Rico o la capital cubana, además de diversos rincones de la Península y de casi toda Canarias conforman la propuesta que exhibe este pintor, que recuerda de este modo el acontecer de su vida creativa.

Este consagrado acuarelista y detallista dibujante ha decidido comenzar la exposición con una serie de dibujos a plumilla coloreados de un paisaje urbano de Coimbra, que contrasta con otras escenas de rincones rurales y marinas de El Hierro, La Gomera (Chipude) o un caserío de La Palma, que semejan ilustraciones iluminadas más que cuadros.

También reúne acuarelas con temáticas similares al dibujo, en las que determina los contornos de forma esquemática, con cuatro simples trazos ejecutados con la punta del propio tubo de pintura, como la reproducción de una sabina, o un paisaje desierto de Fuerteventura, obras que contrastan con otros dibujos ejecutados con minuciosos detalles.

Otro de los apartados que destaca de su producción a plumilla son los dedicados a espacios o edificios emblemáticos de las Islas, plasmados sobre papel, que atestiguan su estado de conservación hace ya más de cinco décadas.

Entre ellos se pueden vislumbrar el Castillo Negro de Santa Cruz, casi en ruinas, aislado de la capital y con unas barcas de pescadores en primer plano, el semiderruido castillo de San Andrés inundado, o la torre del Conde de La Gomera cuando tenía pegado un destacamento militar. Todas estas imágenes son verdaderos documentos gráficos de la historia de las islas, además de escenas de las calles de Santa Cruz, de la zona de Cabo Llanos, con muchas de sus casas ya desaparecidas, o una evocación de la Farola del Mar del puerto capitalino, con buques a vapor y carros tirados por caballos.

En este sentido, el propio autor aclaró que "no soy de caballete, sino de bloc. Algunas de las obras las acabo en directo, en otras cojo apuntes, aunque a veces tengo que volver en varias ocasiones al mismo lugar. Siempre busco el momento oportuno para hacerlo, porque son tantas cosas las que ves antes de dibujar, porque hay que apresar en el papel lo que sientes con sinceridad, el movimiento, la atmósfera del lugar...".