Las frases con las que ha armado "Mis paisajes interiores" (Sony Music) no han perdido la precisión del francotirador que resuelve una vida con un solo movimiento, pero tienen una sonoridad distinta. Está el Marwan de toda la vida, y está el creador que explora un territorio ignoto para hallar un nuevo espacio en el que domiciliar sus poemas y canciones. "Puede que falte algún elemento que acentúe más el momento social que vivimos, pero estoy satisfecho con el resultado final", dice el artista nacido en el barrio madrileño de Aluche en una conversación que madura con los versos de "Cómo hacer que vuelvas", "Renglones torcidos" o "La ecuación" tratando de anidar en el alma de sus leales seguidores. ¡Marwan está de vuelta!

Con un solo gesto usted consigue "enfadar" a cantantes y poetas: ¿libro y disco?

También espero poder alegrarle la vida a alguno de ellos (ríe)... Yo he puesto mucho amor en este proyecto. Ojalá pueda emocionar a las personas que lo reciban.

¿Qué le da este formato?

Sobre todo, me da la libertad de expresarme más. Estas son las facetas artísticas en las que mejor me muevo. Un poema me permite dar más que una canción, que no deja de ser un género con unas limitaciones temporales de tres minutos y medio o cuatro, a lo sumo, es decir, con menos espacio para la reflexión.

¿Poemas o canciones?

Un poema me quita las limitaciones que hay en una canción... Las canciones riman sí o sí y mis poemas son libres y me permiten exprimir y retorcer el lenguaje en busca de la experimentación. En una canción todo es más directo y no puedes ser muy reflexivo porque el riesgo de perder el hilo musical es alto. Las canciones son más directas; son como puñetazos.

Pero los versos son "cuchilladas" que van directas al alma, ¿no?

Es más fácil meter una buena "cuchillada" en un poema que en una canción... En la canción hay una melodía y, si lo quieres hacer bien, hay que clavar la letra: si te sobra una sílaba la frase se cae aunque esta sea increíble.

Su directo no tiene nada que ver con la seriedad que destila "Mis paisajes interiores". Ahí existe una dualidad como la que se percibe con "El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde", ¿no?

En el directo hay que ofrecer algo más. Los cantautores somos unos intensos y, por lo tanto, necesitamos reírnos de nosotros mismos. Desdramatizar la realidad que nos rodea es una solución bastante eficaz a la hora de conectar con el público. Sobre todo, porque a veces la intensidad que rodea a los cantautores es bastante cómica y no conviene ser tan dramático.

Este es un proyecto en el que el amor y el desamor ganan claramente el pulso al momento social que vivimos. Un instante en el que, por ejemplo, hay un conflicto social latente en Cataluña que se podría prestar a múltiples interpretaciones por parte de los cantautores.

Los cantautores de mi generación, quitando a Ismael Serrano, tenemos una gran deuda con la canción social entendida como canción protesta. Yo no escribo más canción social porque temo caer en el panfleto... En todos mis discos aparecieron canciones sociales como la de "Meninos la rua", "11M" o "Canción a mi padre" y en este disco también hay algún ejemplo concentrado en "La ecuación", que es un tema en el que hablo de los males de occidente y del mundo tan dormido en el que vivimos. De la misma forma que en el rap o en la poesía, donde soy más social, sí se puede hablar en plata, aquí hay que contenerse para no convertirme en un ser con megáfono pegando gritos en una manifestación. Esta semana, precisamente, me ha pillado haciendo una canción social que habla de todo lo que veo y de lo que no veo pero que me gustaría ver en medio de este aburrido y constante cacareo.

¿Se siente un creador admirado, idealizado o querido?

Esa es una pregunta interesante y difícil de responder. Siempre me he sentido más querido que admirado... No soy un gurú de la canción de autor, pero me encanta sentirme querido por el público.

¿Qué percibe al ser valorado como un fenómeno literario?

Si lo que hago anima a otras personas a tener unas inquietudes poéticas ya he cumplido mi cometido. Siempre he tenido una curiosidad literaria y me gustan los cantautores que cuidan sus letras para dar contenido a sus historias.

¿Preparado para uno o dos con ciertos en Tenerife?

(Sonríe)... Para dos, pero aún pensando en uno. Las ventas del primero van muy bien -Marwan actúa el 24 de noviembre en el Paraninfo de la ULL- y con un poco de suerte habrá otro. Si este año no caen los dos, ya habrá otra oportunidad. Sé que llevo casi dos años sin tocar y la gente tiene que escuchar estas canciones para engancharse.

¿La espera ha sido larga?

Mi último concierto en España fue el que di en La Laguna (enero 2016). Luego me fui a hacer un par de actuaciones a América, pero de verdad que necesitaba abrir este paréntesis porque aquella gira me dejó destrozado física y psicológicamente. Además, tenía que parar crear este puñado de canciones.

¿Satisfecho con esta criatura?

Mucho, no puedo estar más feliz con este disco... Si le tuviera que poner una pega diría puede que le falta algún tema social, pero es un trabajo muy redondo tanto en lo emocional como en lo musical.