Dulce Xerach (doctora en Arquitectura. Profesora de Gestión de Destinos de Turismo Cultural. Universidad Europea de Canarias)

No es que exista abundancia de comerciales que se preocupen por la arquitectura de calidad por el momento, pero hay algunos que son sugerentes y atractivos. Si nos fijamos en las tendencias futuras de los centros comerciales en Europa parece ser que lo último es que quieren ser verdes, luminosos (dando importancia a la estética y a la identidad propia), personalizados, conectados, de calidad, sin dejar de lado a la comunidad local y con mejor calidad de servicios gastronómicos.

Otra tendencia que empieza a imponerse es la de formatos flexibles. ¿Por qué? Los centros comerciales evolucionan física y tecnológicamente apoyando el crecimiento de la distribución directa al consumidor. Continua el eclipse y volatilización de los intermediarios como en otras ramas de la economía. Por otro lado, para crear un compromiso de lealtad en los consumidores, los propietarios tienen que colaborar y asistir con y a los minoristas, y compartir recursos, conocimientos y tecnologías. Ya no basta con alquilar los locales, necesitan una estrategia común.

Y probablemente la gran tendencia es la fusión de las tiendas físicas con el comercio electrónico. Los centros comerciales tendrán que estar a la vanguardia del consumidor más activo, el más digital, a la vanguardia de los milenials.

Actualmente existen dos tipos principales de centros comerciales en Europa: Uno para los compradores que buscan ofertas baratas y eficientes, electrónica de consumo, mejoras para el hogar y muebles. El segundo tipo para compradores que tienen dinero para gastar o más tiempo en sus manos (como los turistas). Aunque es cierto que los turistas preferirían encontrar algo con identidad también es cierto que precisamente por estar de turismo tienen más tiempo libre. Por otro lado, una familia para entretener a sus niños, sirva solo como un ejemplo, quiere combinar las compras con actividades de culturales y de ocio.

Y hay un ejemplo que se adelantó a su tiempo del que me gustaría hablarles aquí: el edificio Selfridges de Birmingham, finalizado y abierto al público en 2003, rápidamente se convirtió en un punto de referencia muy discutido. Fue diseñado por Future Systems y provocó muchísimas discusiones en la ciudad de Birmingham por cuestiones relacionadas con la cercanía de dicho "bicho raro" a la iglesia de St Martin in the Bull Ring, para crear un hito arquitectónico de Birmingham y que el edificio en sí se convirtiera en un catalizador de regeneración urbana. Ahora, casi 15 años después el problema se ha convertido en una solución y ya se le considera otro landmark de la ciudad, ya forma parte de su patrimonio más contemporáneo.

Reinterpretaron con valentía la noción de un gran almacén, no sólo en su forma y apariencia, sino también en la función social que este edificio juega allí. Su relación con la iglesia es significativa, representando como las vidas religiosas y comerciales de la ciudad que han evolucionado lado a lado durante cientos de años. La fluidez de la forma recuerda la caída de la tela o las líneas suaves de un cuerpo. La piel del edificio, que parece estar en un movimiento continuo, está formada por miles de discos de aluminio, creando un grano fino y brillante como si fueran las lentejuelas de un vestido gris plata, pero gigante. Me encanta como con la luz del sol reflejando los colores, la luz y las formas de la ciudad. Conclusión feliz de una historia que demuestra que es posible (y deseable) mezclar la historia con la arquitectura contemporánea y sumar.