Chimiche conserva su nombre guanche, topónimo que significa "infierno" para algunos investigadores, tras haber transcurrido más de cuatro siglos desde que empezó a ser "colonizado" tras la conquista de Tenerife. Este núcleo poblacional de Granadilla de Abona, de cuyo casco urbano dista nueve kilómetros, comenzó su historia cuando Alonso Fernández de Lugo entregó estas tierras en 1503 a Gonzalo Suárez de Quemada, apoderado del Duque de Medina Sidonia.

"Chimiche, un pueblo que data de antiguo" es el título del libro de historia civil que el cronista oficial de la villa de Granadilla de Abona y de Arico, Emiliano Guillén, ha escrito sobre este rincón tinerfeño con motivo del primer centenario de la bendición de su primera ermita, hoy en día iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen.

Este periodista y maestro jubilado ha tejido un volumen en el que recoge los datos más importantes que describen el acontecer de este peculiar pueblo, que ha vivido a lo largo de más de cuatrocientos años diversos acontecimientos que han definido el carácter de sus gentes: hospitalarias y trabajadoras.

Guillén, que ha escrito cerca de cuarenta libros, algunos de ellos en colaboración con otros autores, considera que, a pesar de que su pueblo no tuvo iglesia propia hasta entrado el siglo XX, existe documentación relacionada con la evolución de su población y de su economía.

El centenar de páginas que integran este trabajo contienen información muy variada sobre la idiosincrasia de este terruño formado por los núcleos de Chimiche, Las Rosas y Las Vegas, en los que han nacido personajes como el futbolista internacional "Arochita", Ángel Arocha Guillén, primer jugador canario que vistió la camiseta de la selección española de fútbol en los años 30, al igual que sus hermanos, que fueron grandes futbolistas. También es chimichero el humorista Ignatius Farray.

"El libro tiene información sobre los políticos que han representado al pueblo desde principios del siglo XIX hasta la actualidad y los cargos que tenían, la evolución de la población desde su nacimiento y cuando en 1617 ya tenían fincas cultivadas, sus ermitas, o la llegada del agua agrícola. Hasta entonces se metía en aljibes, que se conocían como tanques de beber, muy cuidados con cal para evitar el desarrollo de bacterias. En el año 1850 se saca el agua del Barranco del Río, conocida como el agua de Las Vegas. Hasta muy avanzado el siglo XX no llegó el agua de abasto".

Este chimichero, cuyo pueblo tiene algo más de 800 personas, la mayoría de las cuales trabajan fuera del mismo, también se refirió a sus cuevas-vivienda, a la Danza de las Varas, el cultivo del tomate y otros datos de interés. "Este libro es un primer paso para que los vengan detrás puedan continuar la investigación".