Un concierto de Marlango es una prueba de fidelidad, de compromiso absoluto con una forma de entender la música, la cultura, el trato directo entre el artista y el público que invierte tiempo y dinero en un producto sorprendente... El Paraninfo de la ULL acogió anoche un espectáculo cercano, dinámico, minimalista... La voz de Leonor Watling y el piano de Alejandro Pelayo sedujeron a medio millar de espectadores.

La afinidad de los asistentes con Marlango no está bajo sospecha. No lo está porque antes de que los artistas se pusieran manos a la obra, los asistentes ya habían aceptado que estaban en disposición de degustar una velada que les iba a dejar un buen sabor de boca. Un reencuentro que se inició con los acordes de "Enjoy the ride" y se fue diluyendo anudada a las frases de "En el último trago". En medio, la selección de temas que trajo hasta aquí a Marlango.

Elegir una veintena de canciones entre las 80 que componen el catálogo que han moldeado Alejandro y Leonor, o viceversa, no es una tarea sencilla. No lo es porque siempre hay peticiones que hace el público que se quedan en el tintero por falta de tiempo. En la cita de ayer, promovida por Búho Producciones, se visitaron calles de "El porvenir" como "Puede" o "Dinero" y otros espacios sonoros incluidos en "The Electrical morning" como "Hold me tight" o "Not without you".

Además, si se toma como referencia un comentario reciente de Watling, en el deja claro que "En Marlango mandan las canciones", las posibilidades de que anoche sonaran en Aguere títulos como "Pena", "Pequeño vals", "Semilla negra" o "Ay amor" eran bastante altas. A la espera del material que se está cocinando con la creatividad de Leonor y Alejandro, bueno es aceptar que "Nos ocupamos del mar" o "Lo que sueñas vuela".