La estampa del diseñador Elio Berhanyer entre lágrimas de emoción, arropado por Hannibal Laguna y Modesto Lomba, hacía presagiar que la primera jornada de Madrid Bridal Week Pasarela Costura España traería imágenes para el recuerdo. Y así fue.

La firma Amarca fue la encargada de abrir el espectáculo que ofreció Tenerife Moda. El juego de las olas se interpretó desde el primer vestido largo; la falda de gasa recogía un pliegue generoso que hizo el efecto de una cola invertida, abriéndose a cada paso. La espalda, aderezada con una esclavina, permitía dejar al descubierto los encantos del cuello.

El mismo tejido, combinado en el tono del jade y el maquillaje, bordaba la forma del coral para drapearse a la altura del pecho con una asimetría sutil. Las propuestas en tonos verdes fueron subiendo la intensidad del color a medida que avanzaba el desfile.

De los vestidos largos se pasó a los cortos con tanta elegancia que el viaje fluía solo. Las estrellas de mar se acercaban al rostro y el metal lograba un efecto mágico. Los diseños en color rosa se dibujaban con cristales plata, trabajados a mano, marcando pecheras y cinturas para dejar al descubierto los hombros que coronaban la falda de quillas.

En otras ocasiones, la fuerza la generaban los volantes. Los violetas llegaban con cortes romanos, escotes generosos y espaldas seductoras. Los tejidos ricos -ante todo el chiffón- regalaron diseños soberbios. El blanco tomó la pasarela con faldas midi y luego aparecieron los vestidos largos que rompieron la pureza con el metal, en una única pieza, piedras e incluso cordones. El carrusel final cedió el protagonismo a la novia.

Tras esta primera puesta en escena, Miguel P. Martí, director de Pasarela Costura España, afirmó que "los creadores de Tenerife tienen calidad en diseño y confección" y eso que aún quedaba talento para subrayar esta afirmación.

La Galería de Cristal del Palacio de Cibeles se envolvió con "La Malagueña" para que Juan Carlos Armas subiera a la pasarela faldas con volumen, apliques de flores y diseños femeninos. El tul blanco, las colas y las quillas dieron el movimiento perfecto. Las novias lucieron sensuales, dejando a la vista el encanto de sus hombros y la puntilla en los vestidos. Las argollas canarias se adaptaron, por las manos artesanas de Juan Gil, al temperamento de "Frida", inspiradora de la colección.

El negro jugó con tejidos y formas, y no solo llevado a vestidos, sino también en transparentes abrigos. El patronaje exacto permite combinar los encajes con otros materiales. Los tejidos, casi cristalinos, velan a los más brillantes hasta conseguir la evolución en las creaciones. Un mono en oro viste a la dama que disfruta de su caída, para dar paso al rojo más intenso que se borda con el tono del metal precioso. Los rosas empolvados, con flores blancas en relieve, son la antesala de los estampados propios de la naturaleza. El tul ahumado, con hilos de plata, cubre hasta la cabeza, dejando entrever que el brillo absoluto será quien cierre este desfile.

Cayendo la tarde, el público estaba ansioso por admirar las obras de Sedomir Rodríguez de la Sierra. Las aves llegaron como protagonistas en superposiciones y apliques, hechas a mano en un único color o con diferentes materiales, colocadas en el lugar exacto.

Los colores que no recoge la naturaleza no están previstos para la colección "Nature des Revés", que se pintó de verde oscuro, azul noche, negro y tonos claros. Desde el inicio, las cinturas muy ceñidas con terciopelo. La espalda desnuda dio paso a las propuestas en blanco. Transparencias en los brazos, con puños que complementan a los abalorios, incrustados en la tela, contorneando el pecho y apoyados en las tablas huecas de la falda. Con la elegancia de los hombros como marco de la cara, el azul noche tiñe las gasas fluidas que definen el cuerpo de la mujer con bordados estratégicos en vestidos y abrigos, también en tonos crema. La delicadeza de la blonda del encaje perfila prendas que salpican en forma de flores formadas con plumas.

El negro rotundo brilla con el azabache cosido o en flecos, para diseñar prendas monocromáticas que reposan en el suelo o que dejan los tobillos al descubierto. Las golondrinas se mueven por las faldas y abrigos en diferentes tamaños y posiciones, efecto que solo consigue el trabajo artesanal de haberlas formado una a una. El plato fuerte llegó con novias actuales, de carácter pero románticas. La moda nupcial y de fiesta para 2018 baila entre vestidos, aunque permite la presencia de pantalones.