Alemania conmemora hoy los 50 años de la muerte de Konrad Adenauer, el primer canciller alemán de la posguerra, que sentó las bases del orden político y económico del país durante décadas.

"El viejo del Rin", como se le conoció mientras encabezó el gobierno, llegó a la cancillería alemana cuando ya había cumplido 73 años. Sus médicos le había dicho que podría desempeñar el cargo durante dos años, se quedó catorce y sus propios aliados políticos tuvieron que sacarlo casi a la fuerza.

Entre las dos fechas, la de su llegada a la cancillería y la de su dimisión para dejar el gobierno en manos de su ministro de Economía, Ludwig Erhard, Adenauer creó los fundamentos de la nueva Alemania y contribuyó decisivamente al proceso de integración europea.

"Tras una guerra espantosa, Adenauer renovó su país, trabajó sin cesar en la organización de Europa y estuvo al frente de la reconciliación entre Francia y Alemania", resumió el día de su muerte el legendario presidente francés Charles de Gaulle.

El presidente de la Fundación Konrad Adenauer, Bernhard Vogel, en un discurso reciente con motivo del medio siglo del fallecimiento, sostuvo que el primer canciller de la posguerra había logrado definir la integración a occidente, la reconciliación con los vecinos y la economía social de mercado como líneas maestras de la política alemana.

El partido que fundó Adenauer, la Unión Cristianodemócrata (CDU) que hoy preside Angela Merkel, ha sido decisivo en la historia de la actual Alemania.

En lo positivo, su era se identifica con la reconstrucción del país y con el llamado "milagro económico", aunque esto último se asocie más al nombre de Erhard que al de Adenauer.

La parte negativa de su etapa en el poder, a la que suelen hacer alusión sus críticos, tiene que ver con su actitud benévola ante el pasado nazi del país.

Como secretario de Estado en la Cancillería eligió a Hans Globke, antiguo nazi y autor de una de las principales interpretaciones de las llamadas leyes de Núremberg, que habían sentado las bases jurídicas para la discriminación de los judíos y fueron el aperitivo del Holocausto.

"Ante las críticas hay que decir que en los turbulentos años de la posguerra la prioridad estaba en la integración y la reconciliación y no en las acusaciones y el castigo", subrayó Vogel en su discurso de homenaje.

Sin embargo, pese a esa matización, el tratamiento del pasado nazi sigue siendo para muchos historiadores y analistas actuales la cara oscura de aquella era.

Adenauer, sin embargo, no fue nazi e incluso estuvo bastante cerca de los opositores al régimen de Hitler, lo que le llevó a pasar una breve temporada en prisión tras el intento de sublevación del 20 de julio de 1944.

Además de que, como indicó Vogel, la prioridad en esos momentos era la restauración del país, también influyó en su actitud el comienzo de la Guerra Fría, en la que la República Federal de Alemania se alineó claramente al lado de los países occidentales y en contra del bloque soviético.

Se abrió así la vía para el rearme del país, la creación del Ejército Federal Alemán (Bundeswehr) y el ingreso a la OTAN.

En 1952, como recordó Vogel en su discurso, Stalin se declaró dispuesto a aceptar una Alemania unida bajo la condición de que ésta fuera neutral, pero Adenauer prefirió mantenerse en la alianza occidental, aunque ello implicase prolongar la división del país, que no terminaría hasta 1990.

En el occidente del país, es decir, en el territorio de la vieja República Federal de Alemania, es difícil o tal vez imposible encontrar una ciudad en la que no haya una plaza o una calle con el nombre de Adenauer.

La situación en el este es distinta, muestra de la dificultad de luchar contra la imagen creada por el régimen de la extinta RDA del antiguo canciller como un sembrador de discordias.

Simbólicamente hoy en la ciudad de Postdam, no lejos de Berlín y en el corazón de lo que fue la Alemania oriental, se dará el nombre de Adenauer a una plaza.