No reconoce la Isla que visitó hace 40 años, cuya capital recorrió ayer unas horas antes de participar en un acto del Festival Atlántico de Género Negro. Abogado, editor, escritor y periodista, Patrick Manoukian, conocido por sus lectores como Ian Manook, se defiende en español, aunque cuando su imaginación se encasquilla recurre a un inglés muy gráfico. "Yo entré en la literatura por un desafío que me propuso mi hija", matiza el autor de, entre otros libros, "Yeruldelgger, muertos en la estepa".

¿En qué consistió ese desafío?

Yo escribí todos los días desde los 15 a los 65 años, pero nunca acababa nada. No lo hacía en casa porque aprovechaba los instantes de tranquilidad para redactar tres, seis o diez folios... lo que pasó es que por la noche le daba esas páginas a mi hija para que las leyera. Así estuvo desde los 13 a los 19 años, pero un día se hartó de mí y me dijo que no iba a leer más hasta que tuviera algo terminado.

¿Y cumplió su promesa?

No me quedó más remedio (ríe). A los 19 años ella se fue a vivir a Buenos Aires y, antes de tomar el avión, me repitió que no le mandara nada por internet hasta que estuviera acabado. Le respondí que iba a escribir dos libros por año, de dos géneros distintos y con un par de pseudónimos... Hice una lista y me senté a escribir.

¿Por dónde empezó?

Ensayo, novela juvenil, romántica, policiaca, saga histórica y un estilo que en Francia llamamos de sociedad... me valía cualquier cosa con tal de no perder el contacto con mi hija. Funcionó. Mi primer ensayo fue de viajes y la novela juvenil recibió un premio. La policial vino más tarde, pero yo nunca tuve una cultura de género policiaco.

Para no ser un escritor con cultura policial, tampoco le ha ido nada mal.

Mi pasado como lector policial acabó en los años 80, pero regresé a él por la apuesta que le hice a mi hija... Sufrí bastante porque ese no era el escenario en el que me había movido durante 50 años. Mis ocupaciones laborales eran otras. Yo tenía un negocio especializado en jóvenes -cómics y música- y otro vinculado con la promoción de viajes: realizaba los catálogos de los turoperadores. Podía haber recurrido al esquema que se repetía una y otra vez en las películas y libros, pero sentía que necesitaba algo más. No tengo una cultura policial; por eso persigo lo inesperado y buscar algo original con mi sello.

Ahí fue cuando tiró de sus conocimientos viajeros para ambientar "Yeruldelgger, muertos en la estepa", ¿no?

Tenía cuatro opciones: Alaska, Islandia, Mongolia y la Patagonia. Al final elegí Mongolia porque, además de ser un lugar en el que los minerales tienen una gran trascendencia, tiene una tradición germánica. En la novela negra están muy presentes el destino, la muerte, la venganza, la violencia... Esas rugosidades se aprecian muy bien en la cultura mongola.

¿El lector de género negro exige la crudeza que se aprecia en esa historia?

La crudeza solo es una técnica al servicio del escritor; él es quien maneja los sentimientos de los lectores. El género negro es un juego en el que hay dos partes. Tú (el lector) sabes que yo no fui el autor de esos crímenes, pero yo (el escritor) tengo claro que no vas a creer todo lo que te estoy contando. Cada capítulo es una interacción entre los dos. La crudeza, por ejemplo, es un elemento para desequilibrar que hay que usar para sacar al lector de su área de confort. Un acto violento siempre atrapa su curiosidad, aunque después cojas otro camino.

¿Qué necesita un buen thriller?

Algunos, los que más saben de este sector, apuntan que hay tres reglas fundamentales para tener éxito, pero yo no lo sé. Un buen libro no tiene una receta mágica; solo hay que contar las cosas que sientes. Si fuera tan sencillo no habría más que "best sellers".

¿Queda algo de su curiosidad periodística?

Queda todo. Cada vez que viajo lo hago con la curiosidad de un periodista, pero no me gusta los libros de periodistas.

"Me gusta leer negro, pero no escribirlo"

Ian Manook, que anoche fue entrevistado por Javier Hernández en un acto que se incluyó en la agenda del TFN 2017, asegura que entiende las claves de este género de una manera muy especial: "Me gusta leer negro, pero no escribirlo. Yo hago thriller o suspense", señala el francés./ MARÍA PISACA