Durante media hora y en cincuenta países, mujeres de toda condición siguieron la huelga contra la discriminación que sufre la mitad de la población y para advertir de los posibles efectos de un paro femenino a nivel planetario. El 8 de marzo se fortaleció en la calle por la interrupción de los trabajos y tareas domésticas y el recuerdo de las injusticias culturales y religiosas, la precariedad laboral, la diferencia de salarios y la violencia criminal y de género con sus peores cotas en América Latina.

El nuevo rumbo se inspiró en dos hitos que marcaron un punto de inflexión en la marcha hacia la igualdad. En 1975, las islandesas dejaron sus tareas por una manifestación que conmovió al país que, con una mínima cuota femenina en la política, cinco años después eligió como presidenta a Vigdís Finnbogadóttir. En el pasado 2016 se dató el segundo antecedente, cuando las polacas, con una exitosa movilización, forzaron la retirada de un proyecto gubernativo que endurecía aún más su restrictiva ley del aborto.

En torno al Día Internacional de la Mujer, proliferan siempre noticias sobre el machismo en los umbrales del siglo XXI. Elegidas al azar, anotamos los ladridos del polaco Korwin-Mikke, que justificó la brecha salarial por "la inferioridad femenina", y tuvo la rotunda réplica de la europarlamentaria española Iratxe García. Al otro lado del mundo, el presidente brasileño, Michel Temer, limitó el papel de la mujer a la casa y al supermercado; como suena. Sirven "para la atención de los hijos" y detectan con prontitud "el alza de los precios en la cesta de la compra". El escándalo ante sus perogrulladas se unió a la comparación del mandatario carioca -que también dobla en edad a su actual y bella esposa- con el deslenguado Trump, y a las primeras muestras de nostalgia por la destituida Dilma Rousseff.

Por último, un negro augurio que, a la vez, implica una llamada a la lucha porque, según un informe del Foro Económico Mundial -que fundamenta sus previsiones en la educación, la salud, las oportunidades económicas y el poder político- hasta el año 2186 (han leído bien) no llegará la igualdad efectiva de sexos.