Una discusión sobre el papel de la iglesia y de las religiones es un tema recurrente que sobrevuela en el último montaje que la compañía Morfema Teatro estrena hoy, sábado, con el título "El buen samaritano", en el teatro Leal de La Laguna, a partir de las 21:00 horas.

Este texto, escrito por el actor, director y productor tinerfeño Ricardo del Castillo, quien participa en este enredo escénico junto a la actriz Nuhr Jojo bajo la dirección de Ignacio Almenar, es una comedia ácida sobre dos personajes que se encuentran justo al borde de la autodestrucción.

"La obra está hecha con una estructura de suspense donde la sorpresa es un factor muy importante. En resumen, son dos personajes, uno de ellos Antonio (Ricardo del Castillo) que llama por teléfono a altas horas de la madrugada a su vecina Ana (Nurh Jojo) para que vaya a su apartamento diciéndole que se va a suicidar", explicó Del Castillo.

La acción establece que ambos no se conocen previamente, pero María responde a la llamada de su vecino, al que encuentra presumiblemente colgado de una soga. Al final queda demostrado que ha sido una treta de Antonio para atraerla, la encañona con una pistola y la encierra bajo llave. A partir de ahí se van desvelando los motivos que han originado tan absurda situación con una final que resulta bastante inesperado.

"El buen samaritano", título cargado de cierta ironía, tiene una duración de poco más de una hora, que se sustenta especialmente en los diálogos entre ambos personajes, en los que está presente el humor en algunos pasajes. La escenografía es muy sencilla, una especie de escritorio y una silla sobre la que cuelga una sospechosa cuerda que termina en un lazo.

"Tiene un ritmo bastante alto, se pasa muy rápido. Se desarrolla en la época actual y en una ciudad cualquiera. Es un poco delicado hablar ahora del trasfondo, tras lo que ha ocurrido recientemente en Las Palmas en la gala Drag Queen, porque realmente es una discusión sobre el papel de la iglesia y de las religiones. Es un tema que sobrevuela el espectáculo, pero realmente forma parte de la trama. Es como un punto de partida para recrear una historia concreta".

Los personajes que intervienen son la antítesis el uno del otro, pues sus visiones son totalmente contrarias. La pieza es una especie de combinado de géneros.

"Es un drama, pero con la técnica de escritura del suspense donde el autor siempre se guarda una carta en la manga que va sacando cuando le interesa. También tiene humor, pero debemos partir de que es un espectáculo dramático".

Como aseguró el propio autor, "el papel que ha desempeñado la religión en la cultura universal es muy controvertido, lleno de luces y sombras (...). En la trama los acontecimientos se van decantando de sorpresa en sorpresa hasta el final, donde todas las piezas encajan y se desvela la verdad".

En definitiva, Del Castillo ha querido trabajar con un asunto que "viene dando portadas los últimos años", los abusos cometidos en el seno de la Iglesia, asuntos que le han llevado a reflexionar sobre el binomio moral-religión. Él se ha inclinado por explorar los límites de lo verosímil a través del disparate, al convertir a un suicida en un verdadero secuestrador.

Ricardo del Castillo

actor, director y dramaturgo