Con las mariposas que se sienten cuando sabes que va a comenzar una relación que casi puede firmar un para siempre, el caballero llega al encuentro con quien tomará todos los datos que ha de conocer para fabricar de manera artesanal las prendas más especiales.

El primer contacto entre el cliente y la obra se da cuando este toca los tejidos, normalmente traídos desde Inglaterra, que le envolverán. Se determina el color y se toman las medidas. Los textiles sobre la mesa de corte, las entretelas, las tijeras que cortan sin dudar y las cintas métricas que, sustituyendo a las de papel, dan las medidas exactas, permiten que los "arquitectos del tejido" den curvas a textiles exclusivos, formen algodones interiores cortados a mano, cosan los bolsillos superiores con el cuidado de hacerlo pespunte a pespunte.

Dicen que no todas las mezclas son acertadas, sin embargo hay algunas que son indiscutibles. Las obras de arte hechas trajes de dos o tres piezas, americanas perfectas o alguna prenda tan selecta como seductora apuestan por el matrimonio entre materiales de primera calidad -lana con seda o lana con cachemir- que iluminan al hombre para que brille con su presencia. Las creaciones son tan arriesgadas como apasionantes. Aunque en el armario de todo caballero se den cita los trajes en colores clásicos como azul marino o gris, la presencia de tonos y cortes atrevidos son un acierto si van de la mano del maestro.

El sastre marcará las telas según las medidas, usando los patrones que darán forma al diseño previamente definido. Aunque la historia nos lleva a épocas pasadas, hoy el arte de vestir al caballero, con trabajo artesano, se mantiene por el decoro con el que se elaboran los trajes que hace quien respeta la exclusividad y el encanto de un cliente selecto que apuesta por que le cosan las prendas solo para él. Las formas clásicas siguen siendo el diseño más seguro; sin embargo, la sastrería también evoluciona, la tendencia nos pone ante prendas más ajustadas, técnicamente denominado "slim fit", hasta el punto que lleve al caballero a sentir que aquellos patrones dan forma a su segunda piel. "Los hombres quieren algo superexclusivo, donde ellos puedan escoger los tejidos y las tendencias, quieren ser asesorados por un profesional", asegura el sastre Néstor Rodríguez.

Llega el momento de la primera prueba, esa donde empiezas a deducir cómo sienta el corte, cuáles han de ser los ajustes que ha de llevar, para dejar pendiente ese segundo encuentro que esperas con ansia.

Los sastres vestirán al hombre que prepara un evento especial en una estación definida y en un horario concreto. Bocetarán, entre sueños, una experiencia única que con el tiempo romperá la barrera que separa el traje de ceremonia elegante del dos piezas cómodo y funcional. "El caballero que viene a hacer su traje de boda repite. Cada cliente tiene su patrón con sus medidas, esto no es un trabajo en serie, es un trabajo artesanal, con lo cual cada uno tiene el suyo. Al final él es quien se da cuenta de que esta es una opción que vale la pena", asegura el modisto, que pertenece a Tenerife Moda. "Hablar de Néstor Rodríguez es hablar de arte, de esencia, de seriedad en la sastrería", asegura Efraín Medina, vicepresidente del Cabildo tinerfeño.

Cuando llega la segunda prueba, como si de la criatura más bella se tratara, el cliente irá observando como lo que era un tejido plano pasa a ser la chaqueta, levita, pantalón... perfecto para cubrir su cuerpo. La elaboración de un traje a medida puede llevar entre sesenta y sesenta y ocho horas de trabajo.

Al salir del taller cierras los ojos y recuerdas las maravillosas prendas que vestían a los protagonistas de obras cinematográficas como "El Gran Gastby", "Orgullo y prejuicio" o "Titanic", inspiradoras de los pliegues, costuras y tejidos que acaban de tocar tu piel. Ahora solo faltan los detalles más sencillos que saborearás en una tercera prueba.

Ese momento llega cuando la combinación de tejidos, el corte de la manga, los ojales hechos a mano o el movimiento de las solapas son capaces de mostrar la virilidad más profunda con la perfección más cuidada. "El hombre que sabe de sastrería y del buen vestir, cuando ve un traje de estas características, reconoce que está hecho por un sastre", afirma quien lleva más de diez años atendiendo a los varones que se decantan por la confección a medida.

La complicidad que nace entre el modelo y el sastre que está vistiendo al caballero, no se pierde con la creación que determinan, va más allá, es el profesional quien orienta hacia los complementos que realzarán el trabajo y que permitirán que la prenda se desenvuelva como una parte más del cuerpo.