Antes de contestar la primera pregunta advierte que él "puede ser mucho más divertido escribiendo que hablando". El escritor y periodista gaditano Eduardo Mendicutti destila amabilidad, buen humor, elegancia... "Un día fui de acompañante a una recepción presidida por los Príncipes de Asturias... Yo sabía que a doña Letizia no le gustaban las crónicas de la Susi -un personaje creado por él- en la que ella no solía salir bien parada. Me evitó durante buena parte de la reunión, pero en un momento dado no aguantó más y me comentó con un tono que reflejaba modestia: ¿Pero qué te he hecho yo?", reproduce Mendicutti sobre la visión que este exponía de la actual Reina de España en sus crónicas desde el Palacio de Marivent.

¿Es fácil incomodar desde un punto de vista humorístico?

No lo es (ríe)... Existe un mecanismo que no necesariamente tienen todos los escritores que te permite ser ingenioso, jocoso, risueño... El humor tiene muchas posibilidades, no es algo homogéneo que se pueda comprar en una farmacia o en un supermercado. Cuando eliges ese registro, o es él quien te elige a ti, porque eso es algo que yo no tengo demasiado claro, sabes que puedes incomodar a alguien. Es un riesgo que hay que asumir.

Usted suele recurrir al registro erótico para armar sus libros. ¿El humor y el erotismo son compatibles?

Son registros completamente distintos, pero a la vez compatibles... En el erotismo también se puede usar el humor, pero eso es algo más complicado. El humor suele agobia, aplastar, asfixiar al erotismo en cuanto surge la excitación. Uno se puede llegar a divertir mucho escribiendo o leyendo un relato erótico, pero el humor mal utilizado puede desactivar los instintos más primarios del erotismo.

¿Últimamente prolifera la idea de que un libro es menos libro si su autor no incluye en él alguna escena de sexo?

El sexo es algo básico en nuestras vidas y cuando falta se convierte en una tragedia muy difícil de superar (sonríe)... Hay que aprender a vivir sin él. ¿Saturación? Cuando te enfrentas a una narración enseguida te das cuenta si el sexo es algo recurrente o está bien utilizado. Eso va a depender del enfoque que le haya proporcionado el escritor y, por supuesto, la complicidad que encuentre en los lectores. Si este se siente satisfecho lo abusivo suele convertirse en intenso, y eso nunca produce un empacho (silencio)... Otras veces, en cambio, una escena caliente se puede transformar en una auténtica ordinariez porque sabes que eso no se corresponde con lo que un lector espera de un escritor.

¿Ocurre lo mismo con el erotismo poético?

Yo de poesía no sé nada... Hay publicaciones que me han llegado a gustar, pero reconozco que soy un soquete. Hay libros de poesía con los que disfruto no porque los entienda, sino porque ellos me entienden a mí. En mi vida solo he escrito un poema que tenía un toque picante, pero no hay nada más erótico que los poemas de San Juan de la Cruz.

¿Usted es de los que cree en los efectos terapéuticos del humor?

No quiero ser pesado, pero yo creo que es el humor quien me elige a mí, no yo a él... En mis primeras novelas era serio y profundo. Lo sigo siendo ahora, pero cuando de verdad sentí que el humor me había descubierto entendí que este servía para ennoblecer los sentimientos y redimir el mundo... Es posible que haya gente que piense que lo que estoy diciendo es una mamarrachada, pero le aseguro que con él puede redimir cosas espantosas y llegar a ennoblecer lo anodino. Yo creo que el humor me ha servido para sobrevivir.

¿Sobrevivir?

El humor es como una de esas mochilas de supervivencia que le entregan a un soldado por si se pierde en un desierto. Cuando todo está absolutamente perdido, ahí te queda una minúscula ración para poder sobrevivir. Eso es el humor. Hasta la persona más agobiada de este mundo puede escapar de una situación límite si halla ese milagroso "pack" de supervivencia.

El último recurso cuando todo está perdido, ¿no?

Es que con el humor puedes ser muchas cosas... Puedes ser combativo, puedes ser compasivo, puedes ser cómplice, puedes ser solidario, puedes ser violento... Es algo que te ofrece muchas posibilidades pero, a su vez, muy arriesgado si se te escapa de las manos. Es probable que a mí se me haya escapado alguna que otra vez.

¿Cuándo una fatochada o el llamado chiste fácil corre el riesgo de convertirse en algo absurdo?

Durante la dictadura La Codorniz apelaba mucho a lo absurdo porque esa una manera de enfrentarse a la realidad a través de una vía que la despreciaba, pero que era muy útil para salvarse como ser humano, como ser pensante o como ser viviente. En cuanto cayo la censura se dio un cambio que hoy en día está más en consonancia con la idea de ser más o menos políticamente correcto, que eso es algo a lo que yo le tengo respeto porque creo que es el eje fundamental para una buena convivencia. En la vida real no tienes que herir gratuitamente a nadie, pero a través de la literatura ya no estoy tan convencido de ello. Un escritor debe tener libertad para ser políticamente incorrecto.

¿La ficción siempre supera a la realidad?

Esa es otra manera de verlo, pero lo políticamente incorrecto puede ser una forma muy válida de reflejar el mundo. Lo que pasa es que en lo cotidiano es aconsejable que nos respetemos todos porque no es positivo que ocurran cosas como las que tristemente sucedieron con el Charlie Hebdo. Cuando rompen esas barreras lingüísticas y conceptuales comienza el riesgo. Es verdad que más de un libro causó una trifulca mundial, pero en la literatura no hay reglas morales.