Pedro González (Valle Guerra, 1927-La Laguna, 2016) es el artista que más influyó en las nuevas generaciones de pintores canarios, tanto en los que asistieron a sus clases en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna como en los que vieron su obra caracterizada por la calidad, la versatilidad y la intensidad de un espacio y un lenguaje pictórico muy personal.

Esta reconocido maestro, Premio Canarias en 1988, es el protagonista de la retrospectiva "Pedro González. El espacio y el hombre", que se inauguró ayer en la sala de la Fundación CajaCanarias en Santa Cruz, donde permanecerá hasta el 11 de febrero de 2017.

La mayor y más completa muestra sobre el pintor lagunero, que fue presentada por el presidente de la Fundación CajaCanarias, Alberto Delgado, y el comisario de la misma, Carlos Díaz Bertrana, está integrada por casi un centenar de piezas que ofrecen un recorrido cronológico por las diferentes series que marcaron su producción plástica, en la que demostró su dominio del oficio y su moderna visión del paisaje pictórico.

Delgado destacó que la relación de González con CajaCanarias comenzó en los años 70 con una exposición en la antigua sala de la entidad en La Laguna y la última fue en 2004 con la serie "Pateras".

Díaz Bertrana, conocido de González durante décadas, aclaró que esta iniciativa se gestó hace ya dos años y que se retrasó su inauguración por la muerte del hijo del artista, el político Pedro Zerolo.

"Pedro González era tremendo. Es uno de los grandes de la historia de Canarias que fue reconocido en vida (...) Fue el más influyente por la calidad, versatilidad e intensidad de su pintura y por su labor docente. Fue el primero que enseñó el espacio pictórico de la modernidad simplificando masas flotando en el espacio".

También se refirió a su faceta política, que le llevó a ser el primer alcalde de la democracia en La Laguna (1979-1987), tarea que no impidió que pintase, aunque fue un periodo oscuro y siniestro en su trabajo como se puede observar, por ejemplo, en su serie "Retratos". En aquella época se le ocurrió pintar la catedral de color rosa salmón, además de proponer el frustrado proyecto de La Laguna veneciana.

Este inquieto químico, disciplinado, con un carácter fuerte, y con buen sentido del humor, fue un activo agente cultural. Fundó el grupo El Garaje y en 1963 Nuestro Arte, junto a otros creadores tinerfeños que se reunían en el café El Águila. Él se sintió atraído por el expresionismo abstracto del grupo El Paso, al que pertenecían Chirino y Millares. Fue un firme defensor del arte moderno y admirador de Gaceta de Arte.

La extensa colección reunida en Santa Cruz, en la que se exhiben los últimos cuadros inéditos que realizó en 2009, la serie "Paisaje y figuras", incluye sus primeros óleos, "Mujeres y casas", aunque fue con "Icerse" (1961-63) cuando comenzó a definir su lenguaje, "unas masas ingrávidas y una poética de la levedad que contrasta con los informalistas. Era una abstracción lírica, poética y profunda (decía Pepe Hierro). Esas masas empezaron a moverse".

Luego vino "Cosmoarte", las más extensa, (1965-87), cuando llega el hombre en la luna, a la que siguieron "Retratos", "Interiores", "Bodegones", "El mar", "El bosque", "Hombre solo", "Coches", "La montaña", en la que se ve que pinta directamente con las manos, "La bota", "La ciudad", en las que evoca su "agitada" visión de La Laguna y Santa Cruz, "El hombre", "Pateras" y "Cementerios".