David y José Manuel Muñoz, Estopa, han vuelto esta noche a su adolescencia, la de las noches de fiesta en la Costa Dorada, y se han reivindicado en Cambrils ante unas 2.500 personas, según han dicho fentes de la organización, una localidad que de jóvenes ''peinaban'' a menudo.

Habituales veraneantes en Cunit de pequeños, y ahora en la vecina Calafell, los Muñoz son agradecidos a los sitios que les han visto crecer, y por ello seguro que hoy no les ha agradado no poder probar sonido porque la protesta programada contra la siniestralidad de la N-340, con corte de la vía y una marcha lenta en la paralela AP-7, les ha obligado a llegar directamente desde su casa de vacaciones.

Con 23 minutos de retraso, han salido de una lavadora gigante situada en el medio del escenario, entre señales luminosas de "Alarma" proyectadas en las pantallas del fondo del escenario, que mostraban un mapa de Cambrils, y el concierto ha empezado con un sonido poco claro que, no obstante, ha mejorado tras cinco temas, conforme a una producción de gran calado.

Seis músicos, pantallas en el fondo que se dividían en dos partes, se estiraban o encogían, mostraban imágenes psicodélicas o relativas a Estopa, y un juego de luces exquisito han sido la base de más de dos horas de recital con momentos de recogimiento, de bailar o de botar, según las canciones siguieran los parámetros de las principales referencias de los de Cornellà: Extremoduro, Sabina, Los Chichos o El Último de la Fila.

Y no unos músicos cualesquiera, sino nombres imprescindibles en la música contemporánea española como Nacho Lesko, Angie Bao, Luis Dulzaides o Juan Maya, historia viva del rock en los últimos 30 años que han hecho sonar con un nervio especial unas canciones, nuevas y viejas, coreadas hasta la ronquera por un público con ganas de darlo todo: es viernes.

Por eso, desde "Cacho a cacho", de su primer disco, la cosa ha ido cogiendo aspecto de acabar en apoteosis, tanto por las ganas del grupo como por la entrega del público.

"Vino tinto", "Pastillas para dormir", "Me quedaré", "Estatua de sal" -con recuerdo cachondo al ''budista'' Juan Maya-, "Mundo marrón", Tu calorro" -con un subidón del público-, "Corazón aerodinámico", "Sin sombrero" -ni Robe Iniesta lo hubiera superado-, "Ya no me acuerdo" -cantada por Jose y con broma final a su hermano- o "Gafas de rosa" -David con unas horterísimas gafas de color de rosa-, han marcado la primera parte, que preparaba el final.

Desde entonces, la parte más rítmica con "Vuelvo a las andadas", "Demonios", "Bossanova", "¿Qué pasa?", "Hemicraneal", "El del medio de los Chichos", "Poquito a poco", "La raja de tu falda", "Me falta el aliento" y "Fuente de energía", para decir adiós a las dos horas.

Un audiovisual sobre cosmonautas ha servido para amenizar la espera antes del inicio del bis, con el rock imponiéndose a la rumba en piezas como "Nadie sabe", un colofón a su presencia en el 42 Festival Internacional de Música de Cambrils que ha finalizado con una dedicatoria especial a esta localidad en forma de "Ojitos rojos" y "Como Camarón".

Impecable el montaje, pagadas las deudas de juventud y dejando satisfecha a la audiencia, los Muñoz han presumido hoy de ser profetas en su tierra, sin trucos de artificio y sin dejarse nada en el tintero. Sin trampa ni cartón, como siempre. Y que dure.

El festival de Cambrils seguirá mañana con Manel y hasta el 11 de agosto ofrece los conciertos de La Gran Pegatina, Julio Iglesias, Miguel Poveda, Josep Carreras, Raphael, Sopa de Cabra, El Gusto es Nuestro, Antonio Orozco, Sweet California, Malú y Alejandro Sanz.