A Francisco Cano, "Canito", decano de los fotógrafos taurinos, se le recordará por haber inmortalizado con su cámara la muerte de Manolete en Linares, una imagen con la que logró su mayor éxito profesional, aunque la llevó también siempre en lo más profundo de su corazón por la pérdida de "un gran amigo".

"Yo quería mucho a Manolete. Creo que lloré mucho menos la muerte de mi padre que la suya", reconoció "Canito" en una entrevista con motivo de la publicación del libro de imágenes inéditas "Mitos de Cano", en noviembre de 2009.

En el mismo mes, pero de 2014, justo antes de cumplir 102 años, fue galardonado con el Premio Nacional de Tauromaquia, al considerar el jurado que su trabajo es "una antología gráfica de todos los hitos y manifestaciones" de la Fiesta.

Dos millones de instantáneas disparadas y cientos de plazas de todas las categorías son el legado de más de 70 años consagrados a la fotografía taurina de "Canito", fallecido esta madrugada en Valencia a los 103 años a consecuencia de un infarto cerebral que le ha mantenido en estado crítico los últimos tres días.

Nacido en 1912 en el alicantino barrio de La Goteta, se acercó al mundo taurino, primero como torero, entre 1939 y 1943, también fue boxeador y después se metió en los callejones de las plazas a hacer fotos al resto de toreros e inmortalizarles con sus instantáneas.

Fue el desaparecido diestro Alejandro Montani, "El sol de Perú", el primero que le encargó varias docenas de fotos y quien le hizo ver que de eso debía vivir.

Otros toreros empezaron a llamarle para que inmortalizase sus faenas, entre ellos figuras como Pepe Luis Vázquez, Manolete, los Bienvenida, los Dominguines o los Ordóñez.

Su cámara no sólo ha retratado a los grandes toreros de la época, sino a personalidades como Orson Welles, Ernest Hemingway, Sofía Loren, la emperatriz Soraya o Ava Gardner, esta última "la mujer más guapa del mundo", con quien se ponía "morado" de anís y coñac en el callejón de las plazas pero a quién nunca se atrevió a declararse, contó el fotógrafo.

Sin embargo, a pesar de haber fotografiado a estos personajes, aseguraba que su mejor fotografía es aquella que muestra los momentos posteriores a la cogida de Manolete, cuando se lo llevan a la enfermería y le taponan la herida.

Aquella tarde de desgracia fue la más emocionante de su carrera, pero también el día más catastrófico de su vida, porque perdió "a un gran amigo", explicaba.

Fue Luis Miguel Dominguín a quien se debió que aquella tarde del 28 de agosto de 1947 todo el mundo viera la cogida mortal de Manolete, fallecido en la madrugada del día siguiente, ya que le había pedido que acudiera a acompañarle a Linares (Jaén) "para terminar de cerrar un asunto".

Cano desveló también que su valor con la cámara le viene de saber, como torero, lo que se siente al estar delante de un toro, algo que le permitió sacar la foto en el momento justo.

En marzo de 2008 fue homenajeado como Socio de Honor del Club Internacional Taurino de Madrid, en reconocimiento a su extensa carrera ligada al mundo del toro.

En la presentación de su libro "Mitos de Cano" explicaba que recordaba cada detalle de una larga vida dedicada a capturar con su cámara los matices del mundo del toro.

Otro aspecto fundamental es la conexión directa de Canito con la fiesta y su carácter jovial que le permitieron, desde el inicio de su carrera, ser considerado como parte integrante del mundo de los toros.

Francisco Cano y su archivo se han convertido en referentes imprescindibles en la historia de la fotografía taurina española. Dos millones de instantáneas disparadas y cientos de plazas de todas las categorías dan idea de las dimensiones de su archivo. En total más de setenta años consagrados a la fotografía taurina.

De su "jubilación" como fotógrafo dijo: "No pienso dejarlo hasta que el de arriba quiera. Pero, cuando me toque, que no me haga sufrir, que me pegue una estocada y, sin puntillas, que doble".