Julio Iglesias esperó a que se hiciese de noche para salir al escenario y comenzar el concierto especial que tenía reservado para Tenerife, isla de la que guarda entrañables recuerdos. Pasadas las diez de la noche, mientras todavía entraba el público en el recinto portuario, el universal cantante madrileño empezó su espectáculo con un saludo: ¡Buenas noches, Tenerife, gracias!, afirmación que encendió los ánimos de las más de seis mil personas que asistieron al último concierto de su gira por Canarias.

Arropado por media docena de músicos (tres guitarras, un batería, un teclista y un trompeta) y un coro de cuatro bellas voces, que también bailaba al ritmo de la música, Iglesias empezó su repertorio con "Amor, amor", muy aplaudida por el público, a la que siguieron otras canciones como "Me olvidé de vivir", "Mammy Blue", muy tarareada y bailada por los que estaban de pie en los laterales, "Hey", "La gota fría" y otros tantos éxitos.

Poco a poco, Iglesias fue cogiendo tono con su suave y cálida voz y entre bromas y comentarios, muy celebradas por los presentes, indicó su admiración por las Islas y su música, que tanto ha influido en la latinoamericana, y destacó el privilegio de vivir en las mismas. Hubo un momento en el que recordó su parte chicharrera, cuando confesó que "hace 45 años viví dos años en Tenerife, años 69 y 70. Era feliz. Vamos a recordar aquellos días maravillosos".

Otro de los momentos álgidos del concierto, en el que se reiteró la completa entrega del público asistente, fue cuando cantó "Virgen de Candelaria", la más bonita, la más morena, tras cuya interpretación los asistentes se unieron en una gran ovación.

El público que asistió al recital de este emigrante español en Miami, la mayoría adulto y femenino, aunque también había algunos jóvenes, disfrutó mucho del último concierto de esta leyenda viva de la canción melódica latina en su gira por Canarias, tierra a la que mostró su fiel cariño.

Este incombustible cantante de casi 73 años de edad, que en determinado momento solicitó que quitaran el humo que se lanza al escenario para ambientar porque le molestaba, encandiló con sus románticas canciones, llenas de sentimientos, a la mayoría de las féminas que respondieron a su llamada.

El concierto, que se alargó durante más de dos horas, pasadas las doce de la noche, dejó muy buen sabor de boca en los asistentes, que recordarán esta visita del ídolo de la música latina que ha llegado a tantas generaciones desde hace más de cincuenta años, aunque seguramente, por su edad, nunca más volverá a actuar por tierras canarias, aunque su vitalidad siempre puede dar gratas sorpresas.

El efecto Julio Iglesias funcionó a la perfección en la capital tinerfeña, al igual que lo hizo en Gran Canaria y en La Palma, con la diferencia de que en la Isla se fue y volvió para cantar "Por el amor de una mujer", con lo que consiguió despertar recuerdos y sentimientos dormidos que rejuvenecieron a muchos de los presentes en el evento.