Maestro del entretenimiento y enemigo acérrimo del aburrimiento son dos de las claves que definen al director teatral donostiarra Jaime Azpilicueta (San Sebastián, 1941), que ha recibido el Premio al Mejor Director del Año por su musical "Cabaret", que espera llegue a la isla en 2017, aunque del próximo 7 al 10 de julio volverá a Santa Cruz con el espectáculo "Jesucristo Superstar", montaje producido por el Auditorio de Tenerife con un elenco de artistas canarios, encabezado por el cantante tinerfeño Jadel.

Este pionero de los musicales en España, para el que el Cabildo ha iniciado el expediente para que sea nombrado Hijo Adoptivo de Tenerife, se mostró muy contento con la distinción que le acaban de conceder. "Recibir un premio siempre es agradable, el que diga que no le gusta miente como un cochino. Siempre es halagador un premio que te da toda la profesión de teatro de España. Es una de las pocas recompensas que tenemos los directores, porque los actores salen a escena y les aplauden, pero nosotros estamos ahí, escondiditos y sufriendo. La verdad es que es agradable que después de 50 años en esta profesión consideren que todavía eres útil".

Este maestro de escena, con más de un centenar de montajes teatrales, medio centenar de musicales y más de una docena de galas del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, confesó que echa de menos su faceta como actor,

"Lo echo mucho de menos. Me da mucha envidia la gente que sale al escenario y no renuncio a que alguna vez yo mismo me reparta un papel, pero se siente tanta responsabilidad. Me parece que pisar un escenario es algo tan solemne e importante que tengo que estar muy seguro. Tengo que encontrar a un director que me guste y me sepa dirigir, entonces volvería a ser actor, pero sin dejar de dirigir".

En este sentido, y puestos a elegir, aclaró que "me gustaría mucho hacer el papel de Ricardo III, de Shakespeare, dirigido por Peter Brook. Es el más moderno entre los directores con su edad que todavía trabajan. Es un hombre terriblemente actual, rompedor. Siento una auténtica admiración por él. Con respecto a Ricardo III es un personaje que me fascinó desde que lo vi en el cine protagonizado por Lawrence Olivier. Es un personaje muy rico, muy lleno de matices y, como no es especialmente guapo, me va bien".

Este admirador de Shakespeare, al que considera el gran autor de toda la historia del teatro, aseguró que no tiene un estilo definido o un sello Azpilicueta. "De lo que se trata es de enamorarse de un texto, de querer ponerlo en pie, que es muy difícil. Siempre lo comparo con un embarazo. Son nueve meses de gestación y de pronto un día estrenas, llega el parto y no sabes cómo sale la criatura".

Él tiene muy claro que lo primero que exige a una obra para llevarla a escena como teatro o como musical es que le conmueva. "Lo primero que siento es la necesidad de que el público se conmueva como me ha pasado a mí, trasladar la historia de un autor. El autor es un hombre al que hay que servir para que lo comprenda el público. Si algún día me ponen una medalla en la tumba quisiera que me reconocieran como a alguien que supo entretener al público".

El director de musicales como "Evita", "Cabaret", "Jesucristo Superstar" o "My fair lady" defendió la idea de que su papel más sagrado como profesional de la escena es entretener al público.

"No hay cosa más nefasta que el aburrimiento, creo incluso que el odio me parece más responsable, porque se puede combatir posiblemente con más facilidad. El aburrimiento es imperdonable. Puedo perdonar a un mal autor, a un mal actor, pero si no aburre ha cumplido un cometido social importantísimo, que es distraer a la persona que ha pagado un dinero por una butaca en la que se sienta para que se levante el telón y tiene el derecho y nosotros la obligación de entretenerlo, de no aburrirlo".

Él sabe que la mejor fórmula para conectar con el público es que sienta emociones con la historia que se le propone, tanto a través del llanto como de la risa, porque llorar desahoga, aunque reír es más gratificante.

"El principal requisito que exijo a una obra es que cuente una historia de seres humanos, que no sean personajes de cartón piedra, sino que sean seres humanos que sientan algo. Para tener éxito en un musical es muy importante la producción, pero por encima de la música, del baile, los actores y el director, está la historia que se cuente".

Jaime Azpilicueta se siente muy vinculado a Tenerife, tanto por la larga docena de galas del Carnaval que dirigió en la capital, como por los varios musicales que ha montado con el Cabildo a través del Auditorio. Además de "Jesucristo Superstar", que se restablecerá la primera quincena de julio en Santa Cruz, también tiene previsto llevar "Evita" a Madrid.

"Evita es una producción entera del Auditorio y del Cabildo. Hasta los músicos son canarios. Todo el mundo que va a intervenir en la función es de aquí y es un poco enseñar la importancia de lo que se hace aquí y, a lo mejor, no tiene la oportunidad de que la profesión y el público de la península puedan verlo. Es fantástico el gran esfuerzo que hizo el Cabildo y que quisiera agradecer. Iremos a mediados de septiembre y estaremos hasta noviembre y habrá más de cincuenta representaciones en el teatro Alcalá de Madrid. También está abierta la posibilidad de llevar el espectáculo en una gira por toda la Península".

Este donostiarra reconoció que Santa Cruz de Tenerife es su segunda casa desde 1988, año en el que dirigió su primera gala en la Plaza de Toros de la capital. "He sido el que más galas ha dirigido y tuve la suerte de pasar de la Plaza de Toros, que fue una gala horrible, lo hice muy mal, a la Plaza de España, que fue una de las que mejor recuerdo tengo. Pero, sobre todo, lo que de verdad más me ha quedado de Santa Cruz y de Tenerife es la gente, la cantidad de amigos que tengo. No sé si tendré algún enemigo, aunque siempre hay alguien al que no le gusta tu trabajo", matizó.

Jaime Azpilicueta

Director de teatro y de espectáculos musicales