Paula Quintana transmite con sencillez y facilidad toda la energía que lleva dentro, que no es poca. Nacida en Santa Cruz de Tenerife, hoy reside en Madrid, adonde se dirigió en 2008 para seguir progresando en el ámbito de la danza y la interpretación. Quintana, que realizó parte de su formación en el teatro Victoria, estuvo ayer en esta sala, donde montó "Latente", aunque hoy, sábado, le toca el turno al auditorio de El Sauzal, espacio en el que pondrá en escena "Amarga Dulce", a las 20:30. Estos son sus dos últimos espectáculos, que, como todas sus creaciones anteriores, siempre "tratan de conectar con las emociones". La bailarina, coreógrafa y actriz tinerfeña defiende que, cuando baila, siempre lo hace "con la intención de expresar algo del personaje, del mundo interior de éste".

De nuevo en Tenerife, en la isla que la vio nacer y se formó. ¿Había ganas de pisar el terruño?

¡Siempre! Soy una absoluta enamorada de mi tierra. Me la llevo a todos lados y trato de venir a menudo.

En esta ocasión, la visita a Tenerife guarda relación directa con la puesta en escena de dos de sus recientes obras: "Latente", interpretada ayer, y "Amarga Dulce", la otra pieza de teatro-danza que viene como anillo al dedo en el cuarto centenario de la muerte de Cervantes. Esta se monta hoy en el auditorio de El Sauzal. ¿Qué rasgos creativos acercan ambos espectáculos y cuáles no?

Ambos montajes comparten un mismo estilo, una misma forma de contar. La danza contemporánea, el teatro, el texto, el flamenco al final, se unen para formar un solo lenguaje: el lenguaje del personaje que está en escena. Este a veces habla con la palabra, a veces habla con el cuerpo (danza), pero siempre es su modo de comunicarse con el espectador. Además, tratamos de conectar con las emociones... que el público comprenda con los sentimientos más que con la cabeza. A partir de esto, la historia de cada obra es completamente diferente. Mientras que "Latente" presenta a un personaje actual, "Amarga Dulce" concibe a Dulcinea del Toboso, con incluso la utilización del texto original del "Quijote" de Cervantes.

"Latente" y "Amarga Dulce" son creaciones propias, de la compañía Paula Quintana, y la primera de éstas, la vista ayer en Santa Cruz, ya ha cosechado muchas distinciones. ¿Qué sensaciones ha recogido, ha metido en la maleta?

Son obras que tratan de hablar del ser humano, de las emociones, los instintos, los sueños, las frustraciones... Esto es algo que todos conocemos y compartimos, independientemente del lugar donde vivamos. Las reacciones del público suelen ser las mismas. Esto es muy satisfactorio, pues corrobora que todos tenemos un mundo interior al que a veces no hacemos el caso suficiente o incluso olvidamos, y ello "Latente" lo trata de recuperar. Pese a utilizar un estilo "a priori" contemporáneo o menos convencional (por llamarlo de algún modo), el público (o la mayoría del público) entiende perfectamente en su interior lo que está sucediendo, lo reconoce y sale haciéndose preguntas sobre sí mismo.

"Latente" ya se pudo ver ayer en el teatro Victoria, un espacio que usted conoce en profundidad. ¿Cómo valora el trabajo que realiza el equipo de Roberto Torres en torno a esa sala radicada en el centro de Santa Cruz?

No dejo de dar las gracias y siento que nunca será suficiente. El trabajo de Roberto Torres y de todo el equipo del Victoria es épico. Son un referente. En mi caso (como el de otros muchos) ha sido imprescindible a todos los niveles: formativo, humano, creativo, de apoyo y también como refugio. Es la única sala de todo el Archipiélago que pertenece a la Red Nacional de Teatros Alternativos. Es un orgullo comprobar el reconocimiento, el respeto y el cariño con que se les conoce fuera de las Islas.

Tanto en "Latente" como en "Amarga Dulce", Paula Quintana comparte trabajo creativo con los canarios Carlos Pedrós, en la elaboración de textos, y Juan Antonio Simarro, en la composición musical. ¿Cómo se configuró este equipo?

Los tres compartimos una misma sensibilidad y tenemos la misma pasión y locura por lo que hacemos. Pese a tener lenguajes diferentes en la forma, a la hora de crear nos entendemos muy bien y nos completamos. Cada uno aporta un ingrediente esencial. Con Carlos Pedrós tengo una relación muy estrecha. Hemos compartido mucho desde los comienzos de ambos. A Simarro lo conocí casi por casualidad (coincidimos en un festival en Nueva York) y rápidamente congeniamos bien. Para mí es un lujo poder contar con ambos en estos montajes. Una gozada.

¿Qué medios y estrategias utiliza la artista Paula Quintana para conseguir que el ser humano se acerque al ser humano y qué conceptos dominan la escena?

En "Latente" hay un ser humano en escena al que podemos verle sus miedos, sus sueños, sus frustraciones, con el que podemos identificarnos, en el que podemos reconocer, como seres humanos que somos, nuestros propios sentimientos. Se trata de despertar el mundo interior de todos nosotros, dejarlo hablar y escucharlo. Creo que la danza, el teatro... el arte en general, es el lenguaje del mundo interior que todos tenemos y que a veces se ignora u olvida.

Tras la actuación en el teatro Victoria, toca giro de 180 grados y a vestirse de "Amarga Dulce" en el auditorio de El Sauzal (hoy, sábado 21 de mayo). ¿Qué dice esta vez Dulcinea, el personaje femenino del "Quijote"?

"Amarga Dulce" presenta a Dulcinea del Toboso como un personaje olvidado. La que fue impulsora de las hazañas de don Quijote se pregunta dónde están los caballeros andantes de hoy en día que se lancen a conquistar el mundo.

La obra estelar de Cervantes tiene infinitas lecturas, pero ¿cuál es la que "Amarga Dulce" elige como central y cuáles como secundarias? ¿Qué papel asume la danza?

Lejos de pretender la representación del "Quijote", nuestra "Amarga Dulce" es un canto a los locos que se resisten a vivir según las ideas de otros, un canto a los valientes. Ella es [Dulcinea], en realidad, la representación de ese espíritu aventurero, de esa fuerza para luchar. La danza es un elemento más del lenguaje, una de las letras del abecedario, aunque, en ocasiones, el cuerpo se crece y habla, bailando, llegando a emociones que son difíciles de comunicar con palabras.

¿Se siente más a gusto haciendo solo danza o quizá con el mestizaje de baile, teatro y música?

Sin duda, es en esta mezcla donde mejor me encuentro, con la que me identifico. Para mí no hay mucha diferencia: trato de comunicar algo y a veces siento que es mejor con el texto y otras con el cuerpo, pero, al final, es lo mismo. Cuando bailo, lo hago para expresar algo del mundo interior del personaje.

¿Qué planes hierven en su cabeza?

Me gustaría seguir compaginando el trabajo con otras compañías y mis proyectos personales, aparte de seguir investigando en un lenguaje propio y poder mantener un grupo de creadores con los que colaborar. Poco a poco parece que se va consiguiendo. El mundo audiovisual y el cinematográfico son los campos en los que ahora me adentro, y me apasionan.

Usted es joven y ya ha afrontado enormes retos profesionales. ¿Qué le ha sido más útil para dibujar esta travesía de progreso?

Para mí es una forma de vivir. No podría hacerlo de otra manera. Necesito actuar, crear, bailar... y trato de hacerlo lo mejor que puedo, dando el 100%, por respeto. Muchas veces se plantea esto como una pelea por conseguir los sueños. No me gusta nada este planteamiento, que lleva a la frustración. Trato de hacer las cosas con pasión, con honestidad y con un punto de locura o inconsciencia para, en ocasiones, saltar sin red.