Ironía, ciertos toques de humor negro y un mundo poblado de espíritus casi burlescos son algunos de los antecedentes que describen la actitud creativa del artista cubano José Bedia, quien presenta su primera muestra individual en la galería Artizar de La Laguna hasta el próximo 26 de marzo.

"Isla, monte, animal, gente" es el título que este admirador de Wilfredo Lam ha puesto al conjunto de trece acrílicos sobre lienzo que exhibe en esta ocasión, obras pertenecientes a series diferentes en las que ha plasmado algunas de sus visiones de los mitos de Palo Monte, sistema de creencias procedente de las afueras de Camerún que fue llevado a Cuba por los esclavos, que venera los poderes naturales y los espíritus de sus ancestros.

Las variadas propuestas plásticas de Bedia, que pueden provocar en el espectador un amplio abanico de reacciones existentes entre la seducción y la intimidación, las ha pintado con las propias manos directamente sobre el lienzo. Muchas de esas obras son "recuerdos" plásticos de las experiencias vitales que el autor vivió con algunas sustancias alucinógenas, como el peyote, en sus visitas a ciertas comunidades indígenas existentes en Perú, Chile, México, Haití o República Dominicana, además de en Zambia, Kenia, Botswana o Tanzania, entre otros países, para compartir con ellas sus "viajes espirituales". De hecho, ahora prepara una visita al Congo.

Considerado uno de los artistas cubanos más grandes de todos los tiempos, junto a Manuel Mendive, además de líder de la denominada Generación de los 80, este antropólogo ha asimilado todos esos conocimientos populares para definir un discurso artístico que defienda las herencias culturales de sus antepasados a través de los relatos fabulosos que narra en sus cuadros, dibujos, esculturas e instalaciones, además de ser crítico con algunos acontecimientos históricos atesorados en la memoria colectiva y defender la naturaleza a su modo.

Sus pinturas, que llevan el título plasmado en la misma obra, narran en diversos formatos los recuerdos que le dejan sus experiencias vitales, muchas veces con ciertos toques de humor negro, ironía y elementos de un lenguaje que se aproxima al mundo del cómic, una de sus pasiones, además de reinterpretar mitos que recupera y da forma a través de emblemáticos personajes que pueblan su peculiar mundo.

La colección "Isla, monte, animal gente" está dividida en varias series que siguen diferentes líneas de trabajo y formatos. Dos de las obras, "Viene de la sierra" y "Señora del monte diciendo todo lo suyo", que el autor denomina obras espina, están inspiradas en México. Otras dos son personajes-territoriales, tituladas "Tata Ngombe" y "Ngo". Hay otra que describe un volcán en erupción, "Urgencia de la madre".

Otras cuatro piezas han sido realizadas en un formato circular y reflejan personajes en diferentes situaciones, como "El elegido" o "Rumbo y protección", en la que se aprecia al espíritu de la tierra guiando un barco. En otra de las series, con un formato panorámico, destacan diferentes animales, como una pantera que ruge a un mono a salvo en la rama de un árbol, que Bedia ha titulado "Y entonces el mono clamó a Dios".