El director estadounidense Steven Spielberg lanzó hoy desde Berlín un nuevo filme nacido de su "fascinación por la historia", "El puente de los espías", una cinta que coloca a Tom Hanks en territorios de la guerra fría tan reales como el frío que puede llegar a hacer en el invierno alemán.

"Siempre estoy buscando historias, leyendo, porque eso es lo más importante en mi trabajo, leer, hasta que finalmente doy con la historia que quiero contar", afirmó Spielberg, en la capital alemana, uno de los lugares por donde discurre su película, que se estrena en España el 4 de diciembre.

En "El puente de los espías", con guión de los hermanos Ethan y Joel Coen, el director de "La lista de Schindler" regresa a uno de sus grandes temas -el siglo XX- y de nuevo apuntalado en un personaje de la vida real, el abogado James B Donovan, negociador del primer intercambio de espías entre EEUU y la Unión Soviética.

Hanks, que se puso en la piel de Donovan -"era mi primera elección para ese papel", explicó Spielberg-, acudió al estreno del filme junto con la actriz Amy Ryan y el actor Sebastian Koch, otros dos intérpretes que Spielberg consideró "idóneos" para su película.

A través de la figura del mediador se recrea el largo proceso que derivó, en 1962, en el intercambio sobre el Glienicker Brücke del piloto estadounidense Francis Gary Powers -interpretado por Austin Stowell-, capturado por los soviéticos, por el agente de Moscú Rudolf Abel -Mark Rylance-.

La película arranca de 1957, en la primera frase de la guerra fría, y adopta el formato de relato "meticuloso", en palabras de Spielberg, con el objetivo de reflejar "la delicada cadena de acontecimientos" que llevaron a ese primer intercambio.

La legendaria escena del puente berlinés fue rodada en su escenario original "con la grandeza y penurias que ello implica", bromeó Hanks, quien brindó asimismo un detallado relato ante los medios de su mayor enemigo: el frío berlinés.

Fueron tres noches de rodaje "en medio de un frío horrible", explicó el actor, durante las cuales a él le correspondió el "papel más miserable", ya que mientras el equipo iba "enfundado en recios abrigos" a él le tocó, por exigencias del guión, helarse "bajo un traje de los años 60".

"Claro que era lo apropiado, para una película de la guerra fría", prosiguió entre risas, para recordar que el equipo de Spielberg se había preocupado de "reforzar" el invierno real de la capital alemana con 7.000 kilos de hielo y nieve artificial.

El filme es un "thriller", alrededor de una historia de espías y agentes propios de los años 60 como el traje de Hanks, que convirtió en inevitable una pregunta al director sobre si realmente puede decirse que la guerra fría terminó.

Spielberg evitó definir al exanalista de la CIA Edward Snowden, causante de graves disensos bilaterales entre Berlín y Washington por el escándalo del espionaje masivo de EEUU: "no me atrevería a decir que es un héroe, tampoco un traidor", dijo.

Hanks recurrió de nuevo al tono desenvuelto al afirmar que observa "las reglas de la cautela" ante todo lo que puede quedar registrado en su ordenador o teléfono celular, puesto que está claro que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) "también escucha".

Entre éstas y otras ironías discurrió la presentación de este thriller tejido sobre una historia real, tras el cual Spielberg promete regresar a su otra pasión cinematográfica, la aventura.

"No se preocupen, el próximo año vuelvo a la fantasía", afirmó, en medio de las reiteradas preguntas de periodistas locales sobre su presunta fijación por "temas alemanes", sea el Holocausto o, ahora, el Berlín de la postguerra.

Hizo alarde de sentido del humor para expresar su admiración por su familia -"mi padre tiene 99 años, mi madre 96 y son tan felices como si nunca se hubieran casado", dijo- y se despidió en dirección a la alfombra roja para el estreno de su película en un Berlín aún otoñal, sin los rigores invernales que helaron a Hanks.