Acumula más de cuatro décadas en los escenarios y todavía no se ha parado a reflexionar el tiempo que le resta por quemar en el panorama musical español. Carlos Goñi vuelve a Tenerife con Revólver, una apuesta artística de largo recorrido que mañana, a partir de las 21:00 horas, presenta "Babilonia" en el Auditorio Teobaldo Power de La Orotava.

¿Se ha quedado satisfecho con "Babilonia"?

Mis discos no salen a la calle hasta que no me quedo contento con ese trabajo.

La perfección es un don que no suele viajar a gran velocidad, ¿no?

¿Perfeccionista? No sé si llamarlo así... Si saco un siete habiendo estudiando para lograr una Matrícula de Honor no me voy disgustado, ya que los que estudian a cambio de un siete normalmente terminan suspendiendo. Si eso es ser perfeccionista, sí, soy uno de esos a los que le gusta tener la situación bajo control.

"Babilonia" continúa destilando su esencia artística, pero tiene unos matices distintos a sus discos anteriores. ¿"Mestizo", por ejemplo, es algo que se aleja mucho del contenido de estas canciones?

Lo que pasa con "Babilonia" es que tiene una guitarra, un bajo y una batería y eso es algo que le aporta mucha energía al disco... Esa base, por ejemplo, le ha dado un aire que "Mestizo" no tenía. Confieso que me llegué a obsesionar con el sonido; busqué sin parar que la guitarra fuera capaz de generar una orgía gigantesca... Para hacer eso necesitas saber que hay una serie de aparatos porque si no conoces su existencia nunca vas a llegar a ese lugar que hemos encontrado en este álbum. Antes de descubrir "Babilonia" la idea ya había conquistado mi cabeza. Hace poco un colega suyo me dijo que no me iba a preguntar qué había escuchado para grabar este trabajo porque eso no tenía mucha trascendencia, pero sí qué coño había leído.

¿Y qué fue lo que leyó?

Este es el disco en el que menos injerencias musicales hay, pero literarias sí que hay unas cuantas. Posiblemente ya me haya leído los libros más importantes que me voy a leer en esta vida y eso siempre es una ventaja. Algunas de esas historias tienen más de 500 años y, de repente, te das cuenta de que este mundo no funciona cómo nosotros pensamos.

¿O sea que ha tenido que sumergirse en un mundo con unas raíces místicas, o incluso teológico, importantes para dar forma a esta colección de canciones?

No va demasiado desencaminado porque algo de místico puede tener Montaigne, y algo de teológico reside en Baltasar Gracian, entre otras cosas porque era un jesuita... Esos dos autores hace tres años me darían para matarme, pero, de repente, descubro a Shakespeare y me quedo alucinando.

¿Usted es de los que cree que una buena canción, al igual que sucede con un excelente guiso, debe estar apoyado en un texto con guiños cinéfilos, literarios o teatrales?

Yo veo una película cada día, siempre cumplo con ese ritual al menos cuando estoy en casa. En ocasiones, cuando estoy tranquilo, puedo ver dos o tres. Hay una cosa que he hecho en este disco que tiene que ver con la extensión de las letras. Desde el principio tuve claro que no quería historias demasiado largas, sino canciones cortas y directas. El concepto de trabajar "Babilonia" con un trío exigía unas condiciones que yo mismo me fijé para evitar crear una sensación de lejanía entre los músicos y el público. Cuando acabamos de montar me quedé con la sensación de haber desarrollado el plan perfecto. No tengo dudas de que a estas son las letras más intensas que escribí nunca. Esa es la verdad. Creo que he contado muchas cosas en poco tiempo y eso es un ejercicio de síntesis que me permitió transmitir más intensidad.

¿Pero "Argán" también era muy intenso?

Ese disco sí que tenía una dosis importante de intensidad, pero las letras también eran más largas... Mucho más largas que las de "Babilonia". Musicalmente aquí hay un trabajo de laboratorio: me he dejado la piel para dar forma a un disco que roza la perfección.

A pesar de esos nuevos territorios que explora en "Babilonia" no debe ser muy fácil renunciar al legado de Revólver... ¿Cómo vive un músico con su trayectoria ese tránsito entre el pasado, presente y futuro: se siente un músico agradecido?

El agradecimiento a todo lo que me ha dado la música es algo que está presente cada día. Sobre todo, porque soy muy consciente de la fortuna que tengo por seguir viviendo dignamente de esta profesión. Soy un tipo cero nostálgico; no es fácil verme caer derrotado por la melancolía. Cada vez me importa menos el efecto que los recuerdos puedan tener en mi vida. Ni me recreo en guerras ya ganadas, ni me vengo abajo por amenazas que tienen que ver con las cifras de ventas. Prefiero quedarme con la idea de que en cada disco hemos puesto lo mejor que teníamos. Las cosas hay que asumirlas como vienen y no hacer un drama de todo. La rentabilidad de un álbum, por ejemplo, hoy en día es algo que genera muchas risas porque nos estamos moviendo en unos valores de comercialización que en los años 90 se utilizaban para redondear el apartado de promoción. Eso no significa que como ahora no se venden copias vayas a hacer cualquier cosa para salir al paso. El día que no sienta esta profesión será una señal para ver si debo comenzar la retirada final.

¿Esa es una "amenaza" aún lejana?

Lamentar lo que no pasó no forma parte de mi filosofía de vida; siempre sentí un gran amor por todo lo que hago y ese es un bonito recurso para disfrutar el momento. Vivimos unos días extraordinariamente convulsos y si tuviera que volcar toda esa inestabilidad en mis canciones saldría una especie de tormenta perfecta que arrasaría con todo. Cuando eres cabezón y curiosos, como es mi caso, eso puede acabar desembocando en un buen disco. Crear en estas circunstancias exige estar convencido de que lo que haces vale la pena ser escuchado. Las exigencias artísticas no las marcan los seguidores; soy yo quien decide hasta dónde hay que arriesgar para dar un producto que no sea olvidado con facilidad.

Una curiosidad. En sus tres discos "Básicos" transmitió una "desnudez artística" que le dio muy buenos resultados, ¿Eso se improvisa u obedece a un estado de ánimo que marca un proceso creativo?

Todo eso que se dice de la desnudez de un artista es relativo. Lo es porque yo, por ejemplo, me sentí más libre en otros discos. Los riesgos me ponen y cuando veo que la banda alcanza una velocidad de crucero y está a punto de pasarme por arriba me invento algo para sorprender. A veces no tengo claro lo que voy a hacer, pero ocurre y la sentimiento que nos queda es satisfactorio. Eso lo da la experiencia. Madurar en un escenario no solo implica ver cómo te van cayendo los años uno detrás de otro, sino adquirir unos criterios que son decisivos a la hora de tomar decisiones que tienen que ver con el diseño de un disco o renovar una propuesta para no resultar aburrido.

Los criterios para elegir buenos compañeros de viaje también es una de sus virtudes; ¿se lo digo porque en muchas ocasiones ha tirado de músicos reconocidos como el lagunero Julio Tejera?

Julio Tejera, y eso lo puede poner bien grande, es uno de los músicos más inteligentes y con mayor sensibilidad que existen en España. Es, posiblemente, uno de los artistas más valiosos con los que he tenido el privilegio de tocar en mi vida. ¿Julio Tejera? Yo siempre lo comparo con Bill Evans; es un tío que es capaz de meter dos notas de tal manera que manda el trabajo que has planificado a otro sitio. A un lugar en el que lógicamente va a estar mejor ubicado y en el que brillará con luz propia. En ese punto tengo a Julio Tejero. Y no es que solo tengo la posibilidad de disfrutar tocando a su lado, sino que también conservo su amistad... Solo se puede ser un músico tan excelente como él cuando como persona eres como Julio Tejera. Es un talento natural que siempre está maquinando posibilidades en las que un músico inevitablemente solo se puede sentir cómodo.

¿Su colaboración en el último disco de Sito Morales tampoco estuvo mal?

¡Coño, pero es que la canción era muy buena! Ahí lo difícil era hacerlo mal porque la canción era buenísima. Algo brutal que únicamente está al alcance de un elegido. Yo no soy de esos que van regalando palabras bonitas sin sentido, pero en esa colaboración me lo pasé muy bien metiendo una armónica y alguna guitarra. Ahí también se notó la mano de Julio. Un proyecto no es bueno por una sola razón, sino que se tiene que dar una suma de coincidencias, habilidades y, por supuesto, la ilusión de quererlo hacerlo bien.

¿No sé si después de realizar esta radiografía de "Babilonia" se atreve a dar algunas de las claves del concierto que va a ofrecer mañana en el norte de Tenerife?

El concierto, más o menos, va a durar dos horas y media y la parte de "Babilonia" se puede alargar unos 45 minutos, por lo que tenemos margen para realizar un bonito repaso. Al final, llegas a la conclusión de que el último disco es la excusa perfecta para que el público acuda a un lugar a disfrutar de lo que hice durante muchos años. Yo soy algo rarito, pero tampoco hago cosas que se salgan fuera de lo común, es decir, que el factor sorpresa está acotado. Sobre todo, porque las licencias que me permito están concentradas en la parte acústica. El escenario es un lugar desde el que domino todo lo que he construido como cantante, pero es importante saber oír a las personas que vienen a escucharme.

Concierto: 23 de mayo.

Lugar: Auditorio Teobaldo Power de La Orotava.

Hora: 21:00.