Su osadía artística circula sobre una finísima línea que marca el meridiano imaginario que se abre entre la extravagancia y la utilidad de un lirodoro; dos conceptos que son compatibles en las funciones de "Lutherapia" que se seguirán celebrando en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife hasta el próximo domingo. Mientras el terapeuta Marcos Mundstock atiende al paciente Martín O''Connor, en la trastienda casi cuarenta instrumentos aguardan un momento de gloria como el que vivirán en la función que tendrá lugar esta noche (21:00 horas). El aspecto cómico de algunas de esas piezas -fabricadas con una lata de jamón, un barril de aceite o un montón de pelotas de voleibol- no augura una efectividad demasiado brillante, pero, al igual que los amores a primera vista, las apariencias engañan.

Si tuviéramos que aclarar la labor que hace Hugo Domínguez en el espectáculo, lo más sencillo sería acordarse del histriónico inventor de "Regreso al futuro" o del profesor Bacterio de la saga "Mortadelo y Filemón". Eso sí, el argentino es más reflexivo y destila una gran tranquilidad en cada una de sus explicaciones. "Hay instrumentos que disparan la obra y guiones que reclaman unos instrumentos", cuenta el argentino sobre las dos líneas de actuación que se siguen a la hora de diseñar el entramado musical sobre el que se mueve Les Luthiers.

Hugo Domínguez lleva más de dos décadas inventando, probando, manteniendo en perfecto estado de revista la intendencia musical de una de las ofertas de humor más aclamadas del mundo. "A veces lo más difícil no es pensar, ni fabricar el instrumento, lo complicado es encontrar la lata perfecta para construir un latín", asegura sobre uno de los instrumentos de cuerda más emblemáticos (bajo - barítono, cellato, cello legüero, contrachitarrone de gamba, guitarra dulce, lirodoro o lira de asiento, mandocieta, nomeolbídet, silla eléctrica o violata). "Además de crear un efecto visual, deben sonar bien... Pero su mantenimiento no es más costoso que el de un instrumento convencional", afirma antes de valorar las consecuencias del proceso ensayo-error.

"Hay que hacer muchas pruebas y no todas son válidas... Por allá hay habitaciones llenas en las que quedaron prototipos que no funcionaron", cuenta antes de pasar por un aparatoso instrumento de color dorado que está coronado por un montón de pelotas naranja. "Este es el bolarmonio", dice en relación a una de las estrellas de la sección de viento (alanbique encantador; alt-pipe a vara; bocineta; bass-pipe a vara; calephone; clameneus; cometa de asiento; ferrocaliope; gaita de cámara; glamocot; glisófono pneumático; gom-hom a pistones; gom-hom de testa; gom-hom natural; manguelódica pneumática; narguilófono; OMNI (Objeto musical no identificado); órgano de campaña; tubófono salicónico cromático y yerbomatófono). El exorcítara, una especie de órgano luminoso que brilla en uno de los números de "Lutherapia", resume todo lo que pasa en la trastienda de Les Luthiers. "Si se le puede dar la vuelta, se la damos", asegura Hugo.