Cuando los Beatles bajaron del tejado de los estudios Apple Corps eran conscientes de que el final estaba próximo. Cuando Ricca acabó el concierto que anoche dio en la azotea del teatro Leal de La Laguna la sensación era otra. El personaje asumido por Esther Ovejero cantó como una negra los temas incluidos en su primer disco en solitario ("Gerunds"), el cuarto en la carrera profesional de la intérprete tinerfeña.

Seguramente no es la primera vez que a Esther le dicen que canta como una negra, pero debe ser de las primeras que a Ricca la confunden con una de esas grandes damas del soul, blues, R&B, Ambas comparten un voz de tonos oscuros capaces de desnudar distintas emociones. Con una peluca afro digna de una buena vecina Harlem y un vestido de diva, Ovejero tuvo que pelear contra un calor infernal y un contratiempo que a punto estuvo de malograr una noche de estreno.

El concierto lo anunciaron mal. Empezó una hora antes del horario que se fijó en la agenda oficial, pero Ricca y Esther llegaron a tiempo. Con una puntualidad británica que ya quisieran otros tener a la hora de presentarse ante el público, las canciones fueron cayendo una tras otra hasta construir un itinerario musical -diseñado por el tinerfeño Pablo Cebrián- que promete más de una alegría. Tablas hay de sobra (en el escenario se reúnen 11 músicos) para que Esther o Ricca alcancen una dimensión superior. Y es que a veces me pregunto: ¿Qué hace esta mujer cantando en Tenerife? Si quieren, la dan la vuelta a la pregunta. ¡Qué suerte que haya una Ricca en esta Isla!