No sé si fue la ausencia de grandes citas en la agenda musical veraniega o una simple cuestión de novelería, pero el primer Concierto Limpio de Son Atlántico La Fiesta de los Océanos dejó algunos detalles que invitan al optimismo.

Más allá del calor que tuvieron que aguantar Teby y sus compañeros de Pornosurf en el arranque de un certamen que tardó en desperezarse -habría que pensar en retrasar el inicio de las actuaciones-, lo que ofrece pocas dudas es el carácter fiestero que le pica a mucha gente cuando le dan gratis un espectáculo musical con un mínimo de garantías. Sin un derroche artístico descomunal, pero con muchísimas complicidades aglutinadas en torno a la idea de que hay que sacar esto adelante, el primer pulso de Son Atlántico ya está ganado.

Lo difícil no fue empezar a dar saltos con la ración de "Pan y Mantequilla" que sirvieron los chicos de Efecto Pasillo, lo imposible es mantener el tipo como lo hicieron los músicos de Pornosurf cuando sobre el aparcamiento de Arenas Blancas (Playas de las Américas) el fracaso ronronea por las cuatro esquinas de un festival que comparte con Fuel Fandango su atrevimiento por lo experimental.

Arístides Moreno, que en esta oportunidad decidió apostar por su versión "beach", se dio cuenta del peligro que suponía transitar en solitario sobre el alambre (en el aparcamiento no había más de mil personas) y firmó el golpe de la tarde. El grancanario vio desde lo más alto del escenario que unos operarios rodaban 50 metros una carpa -a modo de palio- y no dudó en interrumpir una de sus canciones para gritar. "Abran paso al trono de nuestra señora de la Coca Cola...". Ahí se produjo el chispazo. Con la operación retirada a pleno rendimiento en las playas más próximas y el sol cayendo sobre la horizontal de la isla de La Gomera, la cosa solo podía ir a mejor.

Los Coquillos aclararon el panorama para mejorar lo mejorable, es decir, su actuación coincidió con el impulso de una marejada humana que fluía de Norte a Sur, y de Este a Oeste, con el único propósito de exprimir las últimas cinco horas de concierto. Son Atlántico pegó una voltereta de 180 grados... Ginés Cedrés y los suyos armaron una actuación brillante. Recurriendo al "simeonato". Sí. Al hombre que le pegaba collejas a los árbitros. El concierto iba canción a canción. A Los Coquillos se les ve bien; tienen la ilusión de unos quinceañeros con menos melenas.

Con lo que quedaba por delante no había que ser un lumbreras para intuir que en cuanto sonaran las creaciones de Dj Jacobo y Dj Ray Castellano (La Pecera 40 Principales) aquello iba a dar un "pepinazo". Iván Torres y sus colegas de Efecto Pasillo ya ultimaban en la trasera del escenario -uno de ellos se deshace de su instrumento durante unos segundos para acudir a uno de esos baños con la apariencia de una cápsula de supervivencia del Apolo 13- su reencuentro con Tenerife.

La locura se instaló en Arenas Blancas filtrada entre los acordes de "No importa que llueva". Que no fue el caso. Con una madrugada aún calurosa. Fuel Fandango era el gran misterio que aún no se había resuelto. Buenas críticas, gran presencia en internet y una agenda llena de actuaciones. Eso es lo único que sabían algunos de los asistentes de la propuesta liderada por Nita y Ale Acosta.

Su concepto de fusión gustó. Su hoja de ruta musical ofrece numerosas variantes; tantas como las que ya se manejan para la próxima edición del Son Atlántico 2015.