Nada más empezar la entrevista con Efe, Oscar Tusquets aclara que no ha dejado la arquitectura, sino que ha sido ésta la que lo ha dejado a él. Como no quiere ponerse histérico ante la falta de proyectos, dice que ahora pinta y escribe mucho, lo que demuestra con un nuevo libro de retratos, "Amables personajes".

Publicado por Acantilado, en su nuevo título tanto ofrece su mirada de amigos cercanos con los que ha pasado muchas horas, entre ellos Federico Correa, Javier Mariscal o su fallecida hermana Esther, como opina de Salvador Dalí, al que también trató; de Antoni Gaudí, a quien defiende; o del "murri", Joan Miró, al que conoció en 1969.

A la vez, no ha dudado en incluir pequeños esbozos de gente por la que siente cierta simpatía, como la controvertida modelo Kate Moss, de quien cree que es una "chica fantástica con amigos equivocados", o de Bertín Osborne, a quien no conoce, pero que considera que merece su lugar en la obra.

En este punto, resalta que lo incorpora porque recordaba una entrevista en la que el cantante jerezano supo enfrentarse de forma "brillante" a alguien como Paco Umbral, al que Tusquets califica de "escritor y articulista de abarrocado estilo florido", pagado de sí mismo y convencido de tener "un irresistible atractivo para las mujeres".

A la vez, quiere dejar claro que no son artículos "pelotas" y no esconde que igual alguno de los que aparecen no se sientan muy contentos al leerlos.

Sin embargo, sostiene que todos los que aparecen son personajes que le interesan mucho; mayoritariamente del ámbito de la arquitectura, como Álvaro Siza Vieira, José Antonio Coderch, Enric Miralles o Ricardo Bofill, y del diseño, como Luigi Caccia Dominioni o Carlo Scarpa.

Tampoco esconde que ha empezado y acabado el libro con dos mujeres a las que quiso mucho, como la fallecida Anna Bohigas, una interiorista y diseñadora, de la que muestra óleos y dibujos de la época en la que convivieron, sin obviar momentos duros que pasaron como consecuencia de la enfermedad de ella, y su exesposa y editora, Beatriz de Moura.

Los retratos, además, le sirven para adentrarse en otras épocas, siempre teniendo muy presentes las pequeñas anécdotas, igual como hacía el escritor Josep Pla, al que Tusquets admira y considera como uno de los grandes autores catalanes de todos los tiempos.

Por otra parte, vuelve a reivindicar en el libro una obra como la de la Sagrada Familia, que denostó en su juventud, siendo, incluso, uno de los instigadores de un manifiesto "abiertamente contrario" a la continuación del templo.

Pasados los años, ha rectificado y mantiene ahora que, por su espacio y su luz, "es una obra impresionante".

Tampoco rehuye hablar del Palau de la Música Catalana, un edificio de Domènech i Montaner, al que ha dedicado treinta años de su vida, remodelándolo.

Óscar Tusquets afirma que se trata de una de sus "obras capitales, tanto por la calidad del trabajo como porque es visitada anualmente por más de 400.000 personas, lo que es una gratificación diferente a que sólo fuera vista por veinte".

Sobre el actual momento de crisis, dice que "igual ha sido positivo, porque se ha frenado un proyecto como Marina d''Or, pero no es bueno que la línea 9 del metro de Barcelona no llegue todavía al aeropuerto".

Tusquets, quien parafraseando a la filósofa Hannah Arendt dice que simplemente pertenece al pueblo catalán de forma natural y fáctica, se muestra crítico con la política, porque "una profesión que para hacerla con un mínimo de efectividad tienes que mentir, no me puede interesar".