"La tecnología es útil pero nunca sustituirá al factor humano", afirma Alberto Santos, editor especializado de ciencia ficción desde hace más de treinta años y superviviente de la época dorada de los fanzines en España.

Santos fue, entre 1992 y 1994, primer presidente de la Asociación Española de Fantasía y Ciencia Ficción, refundada en 2004 para incluir el género de Terror, y acumula una larga experiencia en el proceso de edición.

Impulsor de Blagdaross y Cyber Fantasy, dos de los fanzines hoy considerados "clásicos", su actual sello, Alberto Santos Editor, arrancó en 1995 pero su presencia en el mundo de la publicación se remonta a finales de los años setenta.

"Los primeros fanzines que hubo en España, antes que los musicales, de tendencias o cualquier otro tema, fueron de ciencia ficción", recuerda en una entrevista con Efe, "y en Madrid -añade- hubo una importante explosión de creatividad con títulos míticos como Terminal, Fan de Fantasía o Zikkurath".

"Era la única manera de publicar lo que llegaba desde fuera a cuentagotas, además de dar oportunidad a los autores españoles" que entonces eran "pocos y limitados".

Sin embargo, la ciencia ficción "se puso de moda entre intelectuales y modernos, se convirtió en un tipo de literatura imprescindible en el curriculum de cualquiera que quisiera considerarse culto: incluso el cineasta José Luis Garci publicó un libro dedicado a Ray Bradbury con el título de Humanista del Futuro", señala.

Santos evoca el "ansia" por consolidar una versión española del género en un momento en el que "era mucho más difícil publicar, aunque existía una gran ventaja: a finales de los setenta y principios de los ochenta en España no había nada, estaba todo por hacer".

Sin embargo, hoy se publica y vende "muchísima obra" de ciencia ficción, la mayoría "disimulada" en colecciones generales no especializadas, y "el autor español es referencia y recibe crédito" aunque afronta problemas similares a los escritores de otro tipo de literatura.

Santos señala la contradicción entre la avanzada tecnología con redes mundiales de información que hoy consideramos corrientes "aunque nos parecían muy lejanas cuando leíamos sobre ellas en los textos ciberpunk de Bruce Sterling y William Gibson" y la necesidad del ser humano de relacionarse cara a cara.

"No podemos aislarnos en Internet, solos con la máquina", considera, "porque, por muchos avances científicos a nuestra disposición, necesitamos el contacto humano directo".

En ese sentido, el papel del editor, especialmente en empresas pequeñas, se multiplica pues, "tradicionalmente, entre el autor y el lector había tres pasos: el editor publicaba el libro, el distribuidor lo repartía y el librero lo vendía, pero actualmente el editor asume a menudo los tres papeles, por pura supervivencia".

En el caso de Alberto Santos Editor, asegura, "publicamos fantasía para soñar, terror para disfrutar de nuestros miedos y ciencia ficción para cambiar el mundo".

Mientras los dos primeros géneros "sirven para evadirse", el tercero "ayuda a cambiar la vida de la gente" y por ello "personalmente me gustaría recibir más manuscritos de ciencia ficción españoles", manifiesta Santos.

El tema de moda, asume, es la distopía porque "es un buen vehículo para la especulación y además hoy vivimos -asegura- una distopía social real", aunque lo que más le preocupa es la violencia.

"Por algún motivo se ha identificado realismo con violencia y hoy existe un consumo excesivo que se induce al público desde joven", advierte, "como se aprecia en obras como Los Juegos del Hambre o Juego de Tronos".

Optimista ante el futuro, reconoce que el presente es "más bien oscuro y poco esperanzador, aunque hay que seguir luchando".

"La diferencia de época está muy bien reflejada en las dos trilogías cinematográficas de Star Wars concebidas por George Lucas: en la rodada entre los setenta y los ochenta, el malvado emperador y el lado oscuro de la Fuerza son derrotados y ganan los buenos. En la estrenada en el siglo XXI, la república y la democracia son destruidas y ganan los malos", resume.