Pompeya, la antigua residencia de verano de los nobles romanos y una de las paradas más importantes de la vieja Via Apia, sufre de forma imparable la destrucción de su área arqueológica a la que no llega la ayuda prometida, como tampoco llegó el aviso de la erupción del volcán que la sepultó.

A lo largo de la historia, los vestigios de la ciudad romana situada cerca de Nápoles, en la región italiana de la Campania, han estado amenazados con desaparecer para siempre.

Pompeya, asentada en una zona de actividad sísmica y volcánica, sobrevivió primero a un terremoto y años más tarde, en el año 79 de nuestra era, quedó sepultada bajo una gruesa capa de lava y bajo ella quedó durante siglos.

Pompeya fue redescubierta en 1550, cuando el arquitecto renacentista Domenico Fontana realizaba unas excavaciones, aunque hubo que esperar casi dos siglos para que Pompeya fuese desenterrada bajo las órdenes del rey Carlos VII de Nápoles.

El redescubrimiento de Pompeya significó una gran revolución para el mundo civilizado, pues sus ruinas se convirtieron en una de las fuentes de información más importantes que se tenían hasta el momento de la antigua Roma.