Es el dramaturgo de moda en España, un país con gran tradición teatral pero con escaso afecto hacia las artes escénicas. Sobre Juan Mayorga (Madrid, 1965) han recaído casi todos los premios importantes , desde el Nacional de Teatro al Valle Inclán pasando por el Max que ha conquistado en cuatro ocasiones, tres de ellas como mejor autor y una como adaptador. Pero por encima de todo le avalan obras como "Siete hombre buenos", "Animales nocturnos", "La tortuga de Darwin" o "La paz perpetua". Hoy estrena en Tenerife "Si supiera cantar (El crítico)", un mano a mano entre Juanjo Puigcorbé y Pere Ponce dirigido por el tinerfeño Juan José Afonso que se escenificará hoy a las 20:30 horas y mañana en doble función, a las 19:00 y 21:30 horas, en el santacrucero teatro Guimerá.

"El crítico" parece seguir los pasos de "La huella", de Harold Pinter, un duelo de personajes que también lo es de sus intérpretes. ¿Va en esa línea?

No es una mala referencia. Sin duda, tienen algo que ver, ya que en ambos casos se trata del encuentro de dos fanáticos de la ficción. Pero "El crítico" también está relacionada con diversas obras mías en las que un personaje tiene una cita peligrosa con otro que en cierto modo es su alter ego. Me refiero a "Carta de amor a Stalin" y "La lengua en pedazos", sin olvidar algunas narraciones de Conrad y, en especial, "The Secret Sharer". Los personajes que se citan no son coincidentes, pero sí complementarios; estaban destinados a encontrarse y librar un duelo del que ninguno va a salir indemne.

Por otro lado, el tema de la visita ya estaba en la anterior obra suya que se vio en Tenerife: "La tortuga de Darwin", protagonizada por Carmen Machi. ¿La diferencia estriba en que en "El crítico" la visita no es por sorpresa, lo que genera expectativas y temores?

En este sentido, tiene más que ver con "Animales nocturnos", donde se produce un ataque inesperado tras la espera de un encuentro largamente ansiado y al que se llega con armas escondidas. Pero en ningún caso el "atacado" es un ser inerme; al contrario, va a desarrollar sus estrategias defensivas.

Cuando se relaciona a críticos y autores es inevitable pensar en "Ocho y medio", de Fellini, con esa criatura obsequiosa que persigue y atormenta al artista. Sin embargo, usted trata con más benevolencia al crítico Volodia.

Tengo una opinión muy alta del crítico. Del oficio que desempeña. Pocos trabajos son tan difíciles y necesarios como el suyo. Yo estudié a Walter Benjamin, cuyo comentario de "Las afinidades electivas" de Goethe prueba que a veces la lectura de un texto revela cosas que para el autor del original estaban escondidas. Por eso, creo que la crítica es un arte. Necesitamos de alguien insobornable que nos oriente. Y porque tengo en gran estima la misión del crítico no he querido cebarme con él en la obra ni presentarlo como un ser mezquino e invulnerable, al contrario lo presento como alguien digno e importante, para mí más defendible incluso que el autor.

Hace años, su compañero Sanchís Sinisterra arremetía desde estas páginas contra lo que llamaba "teatro espectacular". Ahora, la falta de recursos aboca al planteamiento contrario, un teatro minimalista, desprovisto de aparato. ¿Al final va a resultar que la crisis es un beneficio, es decir que va a permitir volver a la esencia del teatro?

¡Claro! El teatro es el arte de la imaginación, un arte en el que además el espectador es soberano. Desde los griegos al teatro isabelino o nuestro Siglo de Oro, permite ubicar cualquier historia en el espacio y el tiempo. En "La vida es sueño", que acabo de versionar, Calderón es capaz de emplazar al espectador en una corte de Polonia, sugerirle que ahora está en una gruta y ahora en palacio... Y lo hace sin recurrir a complejísimas escenografías. Le bastan el gesto y la palabra para solicitar la complicidad del espectador. La situación actual nos exige ser austeros; si la crisis abre espacio a la imaginación y devuelve su soberanía al teatro, bienvenida sea.

Muchas voces se han alzado estos días contra la subida del IVA cultural. Pero, ¿no es el teatro la principal víctima al venir ya de una situación precaria?

La subida del IVA en el campo de la cultura es una pésima decisión. No solo hiere a los trabajadores de la cultura y a sus consumidores, sino a la propia sociedad. Conviene subrayar que una sociedad con menos oferta cultural es una sociedad empobrecida. No obstante, en lo que concierne al teatro, soy enormemente optimista. Estas decisiones tan dañinas llevarán a redescubrirlo como arte de la imaginación, no solo en España sino en otros lugares. Detecto, además, un creciente entusiasmo por el teatro, un sentimiento de orgullo por parte de los que lo hacen y de los que asisten a las funciones. Si por algo se caracteriza este arte es por su capacidad de resistencia.