Difundidas las primeras imágenes de Anthony Hopkins como Alfred Hitchcock y a la espera de las de Nicole Kidman en "Grace of Monaco", se confirma que Hollywood, a falta de mejores ideas, se inspira en sí mismo y rememora a sus propias estrellas.

"Hitchcock" recordará el proceso de creación de "Psicosis", una de las obras maestras del maestro del suspense, con un rodaje inspirado por Edward Hopper y que tuvo que luchar contra la escasez de presupuesto, problemas con la censura y el cambio de formato, pues en principio iba a ser un telefilme.

Pero las atenciones están puestas en el baile de máscaras con el que Hollywood vuelve a homenajearse a sí mismo. Anthony Hopkins, con generosa papada y mirada altiva, accede por primera vez en años a un papel bombón que da también cancha al equipo de maquillaje para recrear la figura del orondo cineasta.

Pero por ahí también andarán Scarlett Johansson dispuesta a morir en la ducha cual Janet Leigh, Jessica Biel buscando parecerse a Vera Miles, James D''Arcy como Anthony Perkins y Helen Mirren como la esposa de Hitchcock, Alma Reville.

Y sin salir del director británico, una de sus musas, Grace Kelly, será interpretada por Nicole Kidman en "Grace of Monaco", de un director tan experto en biografías cinematográficas como Olivier Dahan ("La vie en rose").

Ambas películas parecen consecuencia de las buenas críticas cosechadas por "Mi semana con Marilyn", el exquisito perfil realizado a la sex symbol más famosa de todos los tiempos, de cuya osada propuesta salió más que airosa Michelle Williams, nominación al Óscar incluida.

Dado que esa semana del título transcurría durante el rodaje de "El príncipe y la corista", Kenneth Branagh tuvo la oportunidad de mimetizarse con quien siempre fue comparado, Laurence Olivier, mientras que en un papel más episódico, Julia Ormond se convirtió en Vivien Leigh.

Pedro Almodóvar ya dedicó su película "Todo sobre mi madre", además de a su progenitora, "a Bette Davis, Gena Rowlands, Romy Schneider... a todas las actrices que han hecho de actrices", pero la tendencia ha aumentado y se ha decantado por interpretar a estrellas, no a la ficticia Margo Channing de "Eva al desnudo" o la Myrtle Gordon de "Noche de estreno".

La trágica historia de Frances Farmer se convirtió en uno de los mejores trabajos de Jessica Lange, pero la racha hacia el "biopic" de verdaderas estelares la comenzó Robert Downey Jr., que deslumbró como "Chaplin" en un filme en el que Kevin Kline era Douglas Faibanks y Diane Lane se metió en la piel de Paulette Godard.

Martin Landau ganó el Óscar por meterse en la piel de un crepuscular Bela Lugosi en "Ed Wood", biografía personalísima realizada por Tim Burton y en el que el peor director de la historia del cine tenía la cara de Johnny Depp.

En esa línea del crepúsculo de los popes del terror de los años 30, "Dioses y monstruos" recordaba los últimos meses de vida de James Whale, director de "Frankenstein", con un trabajo que consagró en la gran pantalla, tras años de prestigio teatral, a Ian McKellen.

Más desapercibida pasó la mímesis de Liev Schreiber como Orson Welles en "RKO 281", y más polémica fue la tórrida biografía cinematográfica que Ken Russell realizó de Rodolfo "Valentino", protagonizada por Rudolf Nureyev.

Pero el mayor festín de estrellas del Hollywood dorado lo hizo el cada vez más nostálgico Martin Scorsese, que si en "Hugo" convirtió a Ben Kingsley en uno de los padres del cine, George Meliès, en "El aviador" convirtió a Kate Beckinsale en Ava Gardner, a Jude Law en Errol Flynn y a Gwen Stefany en Jean Harlow.

Entre todos ellos, la que se llevó todos los honores, Óscar incluido, fue Cate Blanchett, totalmente mimetizada con Katharine Hepburn.

Sin embargo, Hollywood también ha realizado homenajes a cinematografías extranjeras, como cuando "La sombra del vampiro" convirtió a John Malkovich en F.W. Murnau y a Williem Dafoe en Max Schreck, actor tan inquietante como su propio personaje, "Nosferatu", en la obra maestra del expresionismo alemán.