Héctor Navarro es uno de los mayores talentos que ha dado la danza canaria en la última década. Ha trabajado con los mejores: Víctor Ullate en España, el fallecido maestro Maurice Béjart en Suiza, o con el norteamericano Alonzo King a su reciente paso por el Béjart Ballet, la prestigiosa compañía radicada en la ciudad suiza de Lausanne y a la que el bailarín tinerfeño pertenece desde hace siete temporadas.

Pero la progresión de este joven maestro estuvo a punto de truncarse hace solo dos años. Un tumor detectado en el nervio ciático de su rodilla derecha le obligó a pasar por el quirófano, una compleja operación que le mantuvo apartado de los escenarios durante seis meses.

"Llegué a pensar que mi carrera estaba en peligro", reconoce Héctor Navarro, "al principio no podía apoyar la planta del pie, que se me quedó en forma de pie equino, como lo denominan los médicos. Estuve con muletas durante un mes hasta que pude apoyar el pie".

En cierto modo, el bailarín tinerfeño tuvo que comenzar de nuevo. Volver a andar, volver a bailar y reincorporarse a una de las compañías más exigentes y prestigiosas de un mundo en el que no se regala nada. Por fortuna, en Lausanne se dieron cuenta de que era preciso recuperar a Navarro para la danza de alto nivel.

"Cuando volví a la compañía -recuerda- me daban pequeñas partes que pudiese bailar; mi regreso a la actividad fue paulatino durante la primera temporada; había perdido sensibilidad en el pie y no estaba al cien por cien. Ya la segunda temporada ha sido la de recuperación de mi antiguo estado de forma".

Prueba de ello es el trabajo realizado en el seno de la compañía con el citado Alonzo King. "El pasado enero King hizo una prueba porque quería seleccionar bailarines para su proyecto. Yo todavía no estaba a tope, pero me escogió", explica.

Héctor Navarro tuvo así que volver a coger un tren cuya marcha no se había detenido. "Estuve también de gira por Japón. El Béjart Ballet viaja mucho, de hecho destina parte de su presupuesto a ese fin. Es una compañía que impone un alto nivel de trabajo a sus componentes; cuando no actúas, estás de gira o montando una obra".

Béjart, el gran maestro

Tanto la labor desarrollada con King como las experiencias cosechadas a uno y otro lado del Atlántico llevan a Héctor Navarro a una interesante reflexión.

"En Estados Unidos la danza es menos interpretativa que en Europa. Alonzo trabaja mucho el lenguaje corporal, pero hay poca historia tras lo que bailas. Nos costó adaptarnos al tipo de movimiento que él proponía. De algún modo a los americanos les interesa menos la expresión que la proeza técnica. Es un estilo de danza muy físico; las coreografías apenas tienen argumento, todo lo que bailas está como interiorizado, pero sin duda fue una experiencia interesante", señala Navarro, quien hace años actuó en Colorado bajo la dirección de Víctor Ullate.

En calidad de profesor, Navarro ha regresado esta semana a las aulas de las que un día salió, las del Centro Internacional de Danza de Tenerife, donde ha impartido un cursillo de danza clásica.

El bailarín se siente a gusto en la piel del enseñante y alaba el trabajo desarrollado en este campo por sus padres, Miguel Navarro y y Rosalina Ripoll, responsables del CIDT. "Ellos llevan cuarenta años con el centro, y es inhabitual que en nuestro ámbito un proyecto cultural cumpla cuatro décadas. Para mí volver al seno del estudio es regresar a mis raíces. Todavía me quedan muchos años de baile, pero no descarto plantearme la enseñanza en el futuro".

Navarro cree que el gran pedagogo de la danza ha sido Maurice Béjart, el legendario coreógrafo francés fallecido en 2007: "Con él no solo bailabas, si era necesario cantabas y actuabas. Sus pocos detractores le acusaban de ser un poco showman, pero él llevó la danza al gran público, a pabellones deportivos como el de Vilnius, en Lituania. Yo he bailado allí, sobre el mismo escenario donde se jugará el Eurobasket".

Desde el extranjero, Navarro ha seguido los avatares de la danza en España, donde es difícil abandonar un proyecto sin dar un portazo.

Respecto a la turbulenta salida de Nacho Duato de la Compañía Nacional de Danza (CND), dice desconocer en profundidad la forma en que se produjo, aunque no duda en mostrarse ecuánime con un maestro del que se considera fiel seguidor pero de cuyos métodos como gestor discrepa. En cuanto a su sucesor (tras el breve paso por el cargo de Hervé Palito), manifiesta: "José Carlos Martínez está entre los mejores. Es un bailarín muy bueno y elegante, pero cuando pasas de bailarín a director nunca se sabe, y más en un país convulso para la danza como es España".

Por último, Navarro reconoce el impulso dado desde el Auditorio de Tenerife a su disciplina: "Todo es mejorable y cuanto se haga será insuficiente -declara-, pero ahora mismo, en Tenerife, y yo diría que en Canarias, es una de las apuestas más sólidas que existen en favor de la danza".