Considerada una de las voces con mayor proyección de la lírica española actual, la cantante andaluza Mariola Cantarero no es una desconocida para el público de Tenerife, isla a la que pertenece su familia política y en la que afirma sentirse "encantada". El pasado diciembre actuó como solista en la gala ofrecida en Arona por Los Sabandeños con motivo del Campeonato de Fútbol 7, compromiso que aceptó "por el empeño que puso un gran amigo", el jefe de Deportes de la Cadena SER , José Ramón de la Morena. Anoche, la soprano granadina inauguró en el Auditorio de Tenerife el ciclo "Martes líricos", acompañada al piano por Giulio Zappa, y con un programa basado tanto en famosas arias de ópera como en fragmentos de zarzuela, género cuya defensa considera obligatoria para cualquier cantante español que se precie de serlo.

En un recital, cada cantante se aproxima de forma diferente al teatro de Mozart, Rossini o Verdi, despojado de referencias escenográficas. ¿Cómo afronta en su caso ese "teatro sin representación"?

Con la mayor naturalidad. No es algo extraño a mí; es más, me agrada la cercanía con el público, el intimismo que se crea en el recital, un ámbito en el que las emociones están a flor de piel. Cuando las obras son escenificadas, los movimientos son tan amplios y llamativos que el espectador se abstrae a veces del intérprete y se fija más en lo que sucede sobre el escenario.

Rossini tiene una gran presencia en su repertorio. ¿En qué medida ha influido un director como Alberto Zedda en su concepto del canto rossiniano?

Por completo. Para poder cantar Rossini lo he aprendido todo de él, "He nacido de sus manos", rossinianamente hablando. El pasado año Giulio Zappa y yo coincidimos con él en Pésaro (ciudad natal del compositor y sede del principal festival dedicado a su obra); puedo decir que tengo una estrecha relación con él y le profeso gran admiración y cariño.

No pocas voces procedentes del bel canto han tenido problemas con la música de Mozart. ¿Es también su caso?

No soy mozartiana ni he hecho demasiadas incursiones en su música. Escénicamente he interpretado a la Constanza de "El rapto en el serrallo" y, en un par de años, encarnaré a doña Ana, en "Don Giovanni". Me encuentro cómoda al cantar su música, aun reconociendo que, al venir todo tan marcado, te ves algo encorsetada y sin margen para las licencias del bel canto, sobre todo sin la libertad que te permiten Bellini, Donizetti o Rossini.

Es usted una de las cantantes más laureadas de su generación. ¿Son tan importantes los galardones para impulsar una carrera o, como decía Alfredo Kraus, los premios apenas influyen?

No son tan importantes, de hecho hay grandes cantantes que nunca pasaron por un certamen. Tengo varios premios en mi haber -el primero logrado a los dieciocho años- y es verdad que me siento orgullosa de haberlos conseguido, pero me presenté a esos concursos no tanto para ganarlos como para conocer y darme a conocer, viajar y tener nuevas experiencias.

La zarzuela es otro de sus caballos de batalla. ¿Piensa que los jóvenes cantantes españoles están realmente comprometidos con este repertorio?

¡Yo sí! Es mi música, la que se canta en mi idioma, por lo tanto la siento muy cercana a mí. No se entiende al cantante español sin la zarzuela, ni yo concibo un recital mío sin obras del género. El pasado año, en Pésaro, enloquecieron con nuestra música, y lo mismo sucede en otros destinos como Londres. La labor de Plácido Domingo (que cantó "Luisa Fernanda" con José Bros, la canaria Nancy Herrera y la propia Mariola Cantarero) ha sido fundamental para la difusión internacional de la zarzuela, que a mi juicio debería recibir mejor trato en nuestro país; de hecho, no tiene nada que envidiar a la opereta austriaca.

A propósito, ¿qué opina del tardío desplazamiento de Plácido hacia el registro de barítono?

Plácido ya ha escrito su página en la historia. El mundo de la ópera es una droga para él; el escenario le lleva a reinventarse a sí mismo continuamente y, sea ortodoxo o no, yo lo respeto. Creo que a estas alturas se puede permitir tomar decisiones como esa.

¿Carreras rápidas implican forzosamente la pérdida prematura de la voz?

Hay varios tipos. Se pueden hacer carreras rápidas sin cantar nada y teniendo un márketing increíble. En estos casos lo que se vende es humo, una figura surgida de repente, que cae con la misma rapidez que aparece. En otros, las carreras vertiginosas pertenecen a cantantes fantásticos que llegan hasta un punto y no pueden avanzar más. Creo que se frivoliza mucho al respecto. La carrera de un cantante lírico debe ser "de fondo", conociendo la evolución del cuerpo y del propio instrumento a lo largo de los años.

Pronto le aguarda una "Semirámide" de Rossini en un destino lejano: Corea del Sur.

Sí, la de Seúl será mi primera "Semirámide". Y pronto haré también mi primera "Traviata", pero será más cerca, en el teatro de La Maestranza de Sevilla.

LoS DATOS

Devociones

Mariola Cantarero se define a sí misma como soprano lírico-ligera, pero a bocajarro añade: "coloratura", lo que implica la natural admiración por Edita Gruberova y Mariella Devia, "pese a lo lejanas que están en técnica y estilo". Su devocionario particular se completa con tres de las grandes: Maria Callas, Joan Sutherland y Montserrat Caballé. Son las referencias de una voz que a comienzos de este año firmó en el madrileño teatro de La Zarzuela una notable "Doña Francisquita", con la que se presentará este verano en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona.