En la primera de sus "Seis propuestas para el fin de milenio", Italo Calvino exalta la levedad a partir de un ejemplo literario: el poeta florentino Guido Cavalcanti, personaje de "El Decamerón" de Boccaccio, salta por encima de las tumbas zafándose del prójimo. "Si quisiera escoger un símbolo propicio para asomarnos al nuevo milenio -escribe Calvino-, optaría por éste: el ágil salto repentino del poeta filósofo que se alza sobre la pesadez del mundo, demostrando que la gravedad contiene el secreto de su levedad".

Si alguien ha logrado plasmar sobre el escenario esta victoria de la levedad ha sido el ruso Mijail Baryshnikov, considerado por muchos el mejor bailarín de la historia, corona que otros ciñen en la cabeza de su compatriota Rudolf Nureyev, quien al igual que él tomó el camino del exilio y, como él, se convirtió en una estrella mediática, buscado por el cine y la prensa. El prestigioso coreógrafo estará el próximo día 29 en Santa Cruz de Tenerife para representar, en el Auditorio de la capital, el espectáculo "Three solos and a duet". Sus muchos compromisos (que alcanzan al cine y a la televisión, de hecho fue uno los últimos y sonados "fichajes" de la serie "Sexo en Nueva York", donde encarnó al excéntrico novio de Carrie Bradshaw) no le han impedido responder a ocho de las once preguntas formuladas por EL DÍA.

-¿Cuál es la estructura de "Three solos a duet"? ¿Compartirá escenario en Tenerife con la bailarina aragonesa Ana Laguna?

-Ambos intervenimos en el programa. Éste consiste en tres solos, dos de los cuales (uno debido a Alexei Ratmansky y otro a Benjamín Millipies), los interpreto yo, mientras que Ana tiene a su cargo el tercero, coreografiado por Mats Ek. Es una propuesta bastante intimista, con una presentación escénica eminentemente teatral. Disfruto enormemente con su interpretación.

-¿Prevé introducir alguna novedad en las coreografías que representará en el Auditorio de Tenerife?

-Se trata de piezas relativamente nuevas -todas sin excepción-; por otro lado pienso que cualquier obra que interpreto presenta algún aspecto que la hace novedosa.

-En términos formales, su lenguaje sobre el escenario se ha vuelto cada vez más abstracto y refinado. ¿Es el resultado de su evolución artística o más bien la reacción contra un concepto académico y museístico de la danza?

-Para mí son bienvenidos todos los tipos de danza. Precisamente en los últimos años he venido trabajando con diferentes coreógrafos y he tratado de ajustarme a los lenguajes que proponían en sus obras. Esa es la forma en la que yo trabajo, el modo en que funciono; pero de ninguna manera estoy en contra de la danza clásica o de cualquier otra modalidad. Todos los estilos me interesan.

-El White Oak Dance Project y el centro de las artes que lleva su nombre son, quizá, sus dos principales aportaciones a la cultura norteamericana. ¿Ha cumplido su objetivo de atraer a los jóvenes y lograr el compromiso institucional con la cultura y, en particular, con las artes escénicas?

-El Proyecto White Oak duró doce años y fue una parte muy importante de mi carrera artística. Nuestro centro (el Baryshnikov Arts Center) se encuentra ahora mismo en su tercer año; desde luego, se trata de un proyecto diferente, más centrado en apoyar y procurar interacciones creativas a una nueva generación de artistas pertenecientes a diversas disciplinas. Supongo que el denominador común de ambas iniciativas, y el aspecto que me ha llevado a impulsarlas, es el gran estímulo que para mí representa ver cómo los jóvenes participan en el descubrimiento y desarrollo de sus propias capacidades, observar cómo orientan sus carreras. En eso, según creo, consiste el arte y el motivo por el cual decidí implicarme en tales proyectos.

-¿Espera que el gobierno de Barack Obama reactive la política cultural en los Estados Unidos? ¿Qué opina de su reciente promesa de aumentar la financiación para el Nacional Endowment for the Arts, que llegará a su nivel más alto desde 1992?

-Pienso que Obama debe afrontar primero los problemas relacionados con la crisis económica y la guerra (de Irak). En cuando al Nacional Endowment for the Arts, la cantidad presupuestada es ridículamente baja para cualquier administración, comparada sobre todo con la aportación que muchos países europeos realizan en este ámbito. Quiero decir que cualquier incremento supone una ayuda, y el cambio anunciado será positivo si se hace en la dirección correcta, pero es un sarcasmo considerar cuán bajo es todavía el apoyo financiero que Estados Unidos da a las artes.

-¿Ha sentido alguna vez que una elite económica o cultural trataba de apropiarse de usted?

-No.

-¿Qué opina de la contribución a la danza de bailarines españoles como Víctor Ullate, Nacho Duato o Ángel Corella?

-Todos ellos han hecho valiosas aportaciones en el ámbito de la danza a escala mundial. Y cada uno a su manera, con su propia e importante personalidad, ha contribuido a desarrollar la tradición de la danza española.

-Desgraciadamente ni España tiene una tradición equiparable a la rusa o la francesa ni nuestros políticos promueven como debieran a los mejores bailarines y coreógrafos que salen de las escuelas. ¿Cómo podría cambiar esta situación, desde su punto de vista?

-Creo que algún día España contará con una formidable compañía de danza de la que todos se sentirán orgullosos. La escuela española es muy importante y sólida, y a mi juicio ha influido claramente en la escuela cubana de danza. Pienso que hay grandes talentos jóvenes pugnando por formar parte de este movimiento. A todos ellos les deseo la mejor de las suertes.