Hace no demasiado, un grupo de ciudadanos de Gran Canaria denominado "Demócratas para el Cambio" promovió una reforma de la ley electoral de las Islas. Su argumento de fondo era irreprochable: existe una gran desproporción entre el valor de un voto en una isla menor en relación al voto en las dos mayoritarias. Manejaban algunas inexactitudes, como afirmar que había que retocar el sistema porque después de tantos años la población había cambiado, cuando en realidad, con respecto a hoy, cuando se pactó el anterior sistema electoral las islas mayores tenían proporcionalmente más población que las menores. Pero en cualquier caso su propuesta caló en algunos partidos (PSOE, PP, Nueva Canarias y Ciudadanos), que llevaron la reforma a Madrid y la aprobaron.

Con esa modificación se aprobó una lista regional, en la que se tendrá que elegir a nueve diputados que, al ser votados en toda Canarias, todo el mundo daba por hecho que serían los cabezas de lista de los partidos. Es decir, por primera vez estaríamos ante unas elecciones estéticamente presidencialistas. No formal ni jurídicamente, porque cualquier diputado de cualquier lista puede ser presidente (por cierto que Ciudadanos tiene razón y la campaña institucional del Gobierno de Canarias no).

Pero hete aquí que ha empezado la cagalera. Eso es lo que tienen algunos líderes políticos cuando se les habla de que tienen que ir en la lista regional. Porque no quieren ni a tiros. Saben que deberían ir, pero el cuerpo les pide salir huyendo. ¿Y eso por qué?, se dirán ustedes. Pues porque la lista regional tiene un problema: se van a saber los votos que un político tiene en toda Canarias. Y ya el conejo les derriscó la perra.

Imaginen el papelón de un líder carismático que saca en la región menos votos que su candidato a presidente del Cabildo. Por ejemplo. O que se presenta por la lista regional y resulta que no reúne los suficientes votos para salir elegido. Fatal para el cutis. Es difícil que un partido no saque plaza en la lista regional. Pero no es imposible. Por eso lo que lo que a algunos les corre hoy por las patas para abajo está causado esencialmente por la prueba del algodón: es decir, por aparecer con sus verdaderos apoyos electorales en toda Canarias. Se han metido de cabeza en una trampa diabólica.

Como esto es así, los políticos se han lanzado a hacer cabriolas y a pensar ocurrencias para intentar quitarse el mochuelo de encima. Parece increíble que no lo pensaran antes, pero ellos son así. Ahora están inventando todas las excusas posibles para no ir en la lista regional por la que tanto lucharon y tanto pánico despierta. El miedo se respira en el ambiente como una divertida miasma electoral. La chingaron, chicos. Ya tenemos lista regional. Y ya tenemos fotomatón electoral. El que no se saque la foto va a quedar como un cobarde. Y el que se la saque, quedará retratado.