Santa Cruz no puede ser la capital de una comunidad autónoma y de una isla eminentemente turísticas sin ser ella misma una capital turística. Esta máxima, a la vez anhelo de los rectores municipales, no puede caer en saco roto. Santa Cruz, además de capital administrativa, debe centrar todos sus esfuerzos en atraer al máximo número posible de visitantes para que aprecien los atractivos de la ciudad. Pero ese impulso no corresponde únicamente al ayuntamiento; también a la Autoridad Portuaria -que camina de la mano de los políticos- y de la iniciativa privada, tan necesaria para los nuevos proyectos, para la apertura de establecimientos hoteleros y para la consiguiente creación de empleo.

La capital tiene una clara vocación turística y los últimos datos lo demuestran: el número de cruceristas llegados al puerto rondó los 600.000 en 311 escalas, trece más que el año anterior, y el número de visitantes superó los 2,3 millones, un 2,5% más que en el ejercicio pasado. Tan solo un dato negativo empaña esta clara consolidación del sector y es la leve caída de los turistas alojados (227.000, un 5,5% menos) tras cinco años de subidas. En todo caso, las buenas noticias se suceden: tres compañías han anunciado ya la construcción y apertura de tres hoteles en la ciudad, Carnival Corporation se ha convertido en la primera compañía concesionaria de la Terminal de Cruceros de Santa Cruz de Tenerife, y, como informó el alcalde Bermúdez esta misma semana, en verano se licitará la esperada playa de Valleseco, que ganará un kilómetro de zona de baño para la capital tinerfeña.

Especialmente relevante es, sin duda, la activación de la Terminal de Cruceros, que se convierte en la principal puerta de entrada de turistas a Santa Cruz. Abierta en 2016 durante la celebración de la conferencia ''Seatrade Cruise Med'', que tuvo lugar en Tenerife, la instalación cuenta con la capacidad para recibir cruceros ecológicos de última generación propulsados por gas natural licuado, el combustible fósil más limpio a nivel mundial.

No podemos dejar de citar, como atractivos, el Palmétum -mayor parque de palmeras del mundo-; la playa de Las Teresitas, modernizada con ocho quioscos a pie de arena; la Casa del Carnaval, ya a pleno rendimiento; el macizo de Anaga, verdadero pulmón del municipio, que ha sido declarado Reserva de la Biosfera; el patrimonio histórico, la oferta cultural y la creciente gastronomía de la ciudad.

Otro de los ejes que debe articular Santa Cruz es su consolidación como sede de congresos y convenciones, un asunto en el que ya se viene trabajando, y su conexión definitiva con el mar. No en vano, la capital dispone de 58 kilómetros de litoral, doce de los cuales están ocupados por el puerto.

Ante las incertidumbres que acechan al sector turístico debido a la inestabilidad internacional, el ayuntamiento va a completar la oferta con la comercialización exterior del Carnaval, el empuje del sector gastronómico con la marca ''Santa Cruz Degusta'', la creación de un club de productos asociados a la Reserva de la Biosfera y la desestacionalización de la temporada de cruceros.

Santa Cruz, por tanto, con este somero repaso a sus bondades, se erige en la gran capital del turismo. Pero algunos peligros acechan y especialmente endiablado es el del alquiler. La alerta la dio el presidente de la patronal hotelera de la provincia tinerfeña (Ashotel), Jorge Marichal, quien se mostró muy crítico con el auge del alquiler vacacional en la ciudad, pues en octubre había registradas oficialmente 377 viviendas y calculan que casi 400 también se ofrecen al mercado de forma ilegal. "Santa Cruz va muy bien, pero los turistas no se quedan en los hoteles", indicó. El ayuntamiento ya ha anunciado que aprobará su propia ordenanza antes de que acabe la legislatura, y de hecho ya tiene prácticamente ultimado el borrador que se ha trabajado conjuntamente con operadores del sector turístico, agentes sociales y administradores de fincas, entre otros. Es urgente esta regulación por el bien de la capital.