Estos días de febrero encontramos numerosas lecturas contemplativas del mundo rural, tema que nos parece bien, el acercamiento a la naturaleza y a la labor de los campesinos, la cultura del medio. Sin embargo, lamentamos que el tema sea lúdico-estético, "flores, colores", y que separe el mundo rural del hombre, del esfuerzo, de la dignificación del trabajo.

Contemplar cómo están los frutales más sufridos de Canarias, desde Tejeda a Puntagorda, en la que en contadas ocasiones se cavan, podan, sin hablar de la no recogida de la fruta. Valga como referencia que hace unos años las almendras jugaron un papel en la alimentación de los canarios, siendo el cuarto producto en la exportación, tras los plátanos, tomates y papas.

"Almendros en Fitur". Colorido folklore, supuesta naturaleza, pero sin campesinos.

Leer las rutas de los almendros, que empezamos a promover hace mas de 20 años, las de Santiago-Tamaimo o Santiago-Arguayo, tiempos en los que limpiábamos hasta 6.000 almendros o higueras con recursos públicos, ya que teníamos voluntad de recuperar. En esos tiempos, la recuperación de las medianías pasaba por dos aspectos importantes, uno era cultural (visitas guiadas con lectura del paisaje y paisanaje, cosa que ocurre ahora, olvidándose de los campesinos), y otro era consiguiendo ingresos (mercadillo del agricultor en la localidad, se puso en marcha en la época de María Candelaria Pérez y Pancracio Socas -DEP-, hoy cerrado).

Este año nuestros almendros no tienen flores, puede deberse a factores ambientales, como la posible falta de frío, pero también a factores culturales, de los usos humanos, que han abandonado estos frutales dejándolos ahogados por la maleza. En su momento, pusimos en marcha actuaciones con la Asociación los Poleos (con José Álvarez Abreu al frente), en la que teníamos un sueño, dignificar los almendros del sotavento de Tenerife.

La limpieza y dignificación de uno de los espacios frutales de secano más amplio de Canarias, solo comparable con el noroeste de La Palma. Trabajo que mejoraba la lucha contra incendios y defendía unos cultivos de autoría, hoy en vías de extinción.

No queremos hablar de política, creemos que es lamentable que dejemos morir un paisaje cargado de esfuerzo y sabiduría para adaptar plantas a los suelos más pobres. Lavas casi calientes, tierras muy pobres, azotadas por vientos, heladas, sequías. Sabiduría basada en el acierto error, no codificada por escrito.

Podemos tener hoteles de gran lujo y cuidar los clientes, sin embargo, el paisaje de las medianías de Tenerife, la humanización de las lavas del último volcán de la isla picuda, con cultivos en su entorno, es parte de una tierra que brinda no solo sol y naturaleza, sino también cultura y esfuerzo, dignidad de un pueblo que domesticó cuanto gramo de tierra teníamos, incluso en la zona más seca en el sotavento de Tenerife.

El recorrido hacia Tamaimo-Arguayo, con unos higos pasados y almendras de la tierra, acompañado de un vaso de vino, también tiene estrellas. Dignifiquemos, demos valor a la cultura de ayer. Estos árboles equivalen a miles de esperanzas, plantadas o sembradas por campesinos que cuidaron con devoción y mimo, esperando que dieran fruto ante un entorno de miseria, de lucha y trabajo en un entorno sin galerías de agua ni de turismo. De una cultura de supervivencia que ahora llamamos cultivos sostenibles.

Los últimos cuidadores de dicho paisaje, Cipriano del Valle de Arriba, María Candelaria y José Álvarez, son parte de un paisaje que queremos contaminar -como diría Pedro Guerra-, otra lectura de unas islas ambiental y socialmente más justas.

Es bueno que los almendros los vendan en Fitur y otros puntos, pero con el compromiso de que no estamos vendiendo las últimas fotos de un pasado ruiniforme. Está en nuestros manos su recuperación, dignifiquemos a los agricultores, dignifiquemos una cultura de ayer y mañana, no olvidemos el pasado para no repetirlo mañana.

*Exconsejero de Medioambiente del Cabildo de Tenerife