Es un tirano, un dictador, un torturador y un desgraciado. Hablo de Maduro. Y lo hago sentado en el retrete, tras ver cómo La Sexta le da pábulo a asesinos y miserables. A ladrones, a payasos que han destruido Venezuela, o España, como Arnaldo Otegui. Algunos dicen que entrevistar a Maduro es un gran trabajo de Jordi Évole, y yo creo que es darle una patada en los testículos a la deontología periodística. Venga, a hacerle propaganda en España a Maduro, qué vergüenza, qué impotencia, qué asco.

Pero sigamos con Venezuela, la de todos. Cuenta el expresidente uruguayo Pepe Mújica que los tambores de guerra suenan fuerte en la zona que tratamos, pero que en las guerras, quienes mueren son los que no tienen responsabilidades ningunas con el conflicto armado. Y es cierto, además, que con las sanciones económicas se castiga a los pueblos y se fanatiza a los gobiernos. Pero qué hacer es la gran pregunta.

El mundo occidental no puede permitir que China se quede con el petróleo de Venezuela: básicamente por su concepción y estructura de Estado. De ahí la premura del entorno de los EEUU y sus aliados para que esto no ocurra. EEUU, China, Rusia: todos quieren el petróleo de Venezuela. Y pensar diferente sería estúpido. Ayer llegaban noticias de que las fuerzas armadas se dividían en Venezuela y denunciaban la persecución de los mandos en los cuarteles. Esa es la mejor salida al chavismo. Pero ¿y qué hacer? Parece que Venezuela por sí sola no pude hacer nada. La comunidad internacional debería entrar diplomáticamente (en principio) para maniobrar con las dos partes y llegar a un acuerdo de elecciones libres y democráticas. Y todo monitorizado por Naciones Unidas. Cualquier otra cosa es una quimera con un loco que asegura que habla con pájaros y viaja al futuro. Un tipo que está como una regadera y ha dinamitado uno de los países más ricos y maravillosos que tenemos de este nuestro planeta.

@JC_Alberto