Las noticias cada vez son más preocupantes. Noticias que llegan y que te impregnan de desaliento y te van minando la moral, todos los días esperas que la situación cambie, que la situación mejore, que exista un "punto y aparte", pero no es así, aunque nuestras esperanzas de un cambio político estructural en Venezuela siguen intactas.

Hoy en día, las redes sociales envían fotos al segundo, hemos avanzado muchísimo en tecnología, y eso permite que estemos en una realidad virtual desde el minuto cero. Por eso, no pudieron asaltar la casa del presidente encargado de Venezuela Juan Guaidó, porque se agitaron todas las redes para proteger y evitar a su mujer indefensa y a su hija de dieciocho meses un viaje al "temido Helicoide".

Los que conocemos ese país, los que hemos vivido allí, los que han visitado alguna vez la Patria de Bolívar pueden dar fe de lo que estoy contando: "Venezuela es un país con un enorme capital humano y unas riquezas inmensas, que fue un referente para millones de emigrantes que vieron en ella la esperanza americana", una oportunidad enorme para salir de sus paupérrimas situaciones personales.

Mis vivencias en Venezuela fueron tantas en la época que viví allí, y cuando posteriormente tuve relación con la emigración desde el Gobierno de Canarias, que podría escribir cientos de páginas, miles de páginas. Amo profundamente Venezuela y a su gente.

Cuando me vienen las fotos de las inmensas colas para conseguir algún producto de primerísima necesidad me entra una enorme tristeza. No estamos hablando de conseguir el último modelo de iPad o de teléfono inteligente, estamos hablando de conseguir harina, pan, legumbres, artículos de limpieza, artículos de higiene personal... Es muy terrible cuando vas a un supermercado y te indican que sólo puedes llevar "una pasta de dientes" o los rollos de papel higiénico son racionados. Es sencillamente atroz y, ante eso, no podemos quedarnos impasibles porque es una situación anormal.

Ahora la situación se agrava muchísimo más porque Venezuela es un país dependiente del petróleo y el crudo sigue bajando a precios que hacía muchos años que no se daban, y las medidas de muchos países que no desean seguir manteniendo este calamitoso régimen no se han hecho esperar. Las "misiones" eran sufragadas con el "chorro" de dólares que provenían del "oro negro" y que ya han desaparecido, por lo que muchas familias humildes han dejado de ingresar el dinero con el que se mantenían y, por supuesto, mantenían a este Gobierno con una pseudorrevolución imitando a la revolución cubana, pero que no tienen nada que ver. En absoluto.

Ya lo dijo el gran humanista venezolano Arturo Uslar Pietri: "debemos sembrar el petróleo", y precisamente se refería a que las ganancias del petróleo tenían que destinarse a potenciar otros sectores económicos, como el sector primario o el industrial, así como el turismo, en uno de los países más hermosos del planeta para poder ser autosuficiente. Otros pensadores y personas relevantes también lo advirtieron: "Hay que sembrar el petróleo".

A todo esto también se une la terrible inseguridad, en un país donde todos los fines de semana se incrementan los fallecidos por episodios de violencia. Existen miles de armas en manos de una delincuencia que campea a sus anchas y que hace que, a las seis de la tarde, estén todos en sus casas por ese miedo a salir y verse inmerso en un episodio violento sin buscarlo. Una auténtica bomba social.

Ese acercamiento de Estados Unidos con Cuba también pulverizó un discurso político de conspiración basado en el constante ataque al "imperialismo americano". Culpar de los males de Venezuela a Estados Unidos es absolutamente patético. Estados Unidos no ha sido el administrador de los miles de millones de dólares que le han entrado a Venezuela por la venta de petróleo. La gente ya está totalmente desencantada y alejada de ese discurso "antiimperialista", por una sencilla razón, no hay productos de primera necesidad, y ojalá pudiesen llegar de los Estados Unidos para paliar las terribles necesidades que está sufriendo la población más débil.

Se han organizado "brigadas solidarias" y grupos en redes sociales que avisan cuando llegan productos a los mercados para poder conseguirlos. Es una auténtica pesadilla.

Cada vez hay menos argumentos, pero también existe la vital necesidad de salir de esta situación cuanto antes. Ya el dialogo se agotó y ya se han agotado las mentiras de un régimen que hace mucho, mucho tiempo, ha tenido que hacer las maletas por el bien de la población de Venezuela.

Y hoy el mayor deseo es que Venezuela vuelva a tener el protagonismo americano que le corresponde, ir por la senda de una auténtica democracia, donde impere la paz y el respeto, generar empleo y una economía autosuficiente, y que las millones de personas que han tenido que huir en el mayor éxodo que se recuerde en América puedan volver, porque desean y añoran volver.

Ya no cabe echar las culpas de todos los males a Estados Unidos porque el mal es endogámico y las medidas correctoras tienen que salir de Venezuela, de sus gobernantes y de toda la masa social que no puede perder el pulso de la calle y de la manifestación pacífica.

La solución todos la sabemos. "Sobra un señor y hacen falta miles de venezolanas y venezolanos que han tenido que huir".

Me imagino el mar Caribe y ese poema de García Cabrera: "A la mar fui por naranjas, cosa que la mar no tiene, metí la mano en el agua, la esperanza me mantiene".

Seguimos esperanzados.

*Vicepresidente y consejero de Empleo, Comercio, Industria y Desarrollo Socioeconómico del Cabildo de Tenerife