Si usted es de los que no entienden mucho el follón que hay con los presupuestos generales del Estado y las Islas, deje que se lo intente explicar. Hay dos verdades del barquero que en Canarias solemos ignorar. La primera es que los fueros canarios, al contrario que los vascos, nunca han sido aceptados por eso que llamamos Madrid, donde los consideran una especie de privilegios inaceptables. A muchos, por ejemplo, les parece un escándalo que se subvencione el precio de los billetes aéreos con la Península. La segunda realidad es que en el Congreso de los Diputados, tanto tienes tanto vales. El sistema electoral español produce que haya minorías territoriales -como catalanes o vascos- que suelen tener a los gobiernos agarrados por el mango de la sartén.

Con esos dos elementos en la coctelera, ahora que los dos diputados nacionalistas canarios no pintan un carajo para hacer mayorías, sencillamente no existimos. Canarias tiene quince diputados en el Congreso y todos se eligen en las Islas y son tan canarios como el que más. Eso es verdad. Pero tan verdad como que los que salen electos por partidos de ámbito estatal están sometidos a la disciplina de una jerarquía que está en Madrid. Con esos votos no se puede contar para "ordeñar" las cuentas del Estado.

Una y otra vez las Islas se han estrellado en su intento de explicar al resto de España que las exenciones fiscales recogidas en los fueros canarios no son privilegios, sino compensaciones históricas al hecho insular y a la lejanía de Canarias. Aquí no olemos ni un duro de las inversiones ferroviarias, no estamos conectados al sistema eléctrico peninsular, no se hacen los "corredores" viarios continentales y, en general, vivimos un mundo aparte que todo lo encarece. Tenemos unos impuestos al consumo menores que los peninsulares, pero gracias a la distancia el costo de la vida está nueve puntos por encima de la media estatal.

La diferencia sustancial es que ahora contamos con una nueva Ley del REF y un nuevo Estatuto en los que en teoría se otorga una mayor protección jurídica a las peculiaridades canarias. Y, sin embargo, este Gobierno, como tantos otros, se lo ha pasado por el refajo. El argumento de que es nuevo y que no conoce la realidad de las Islas huele a naftalina. Y no vale. La ignorancia de las leyes no exime de su cumplimiento. i el REF no se cumple, una vez más, es porque eso de que nos protege jurídicamente es un camelo.

Resulta estomagante escuchar a algunos ilustres godos explicar que a Canarias ya le dan mucho dinero por la electricidad o las subvenciones al transporte. Y alguno incluso añade: "¿Les parece poco?" como si fuera una limosna generosa. Pero ese dinero no cuenta como financiación y no vale para justificar que nos hayan dejado a la cola de España en inversiones del Estado. Una y otra vez se demuestra que consideran los fueros canarios una especie de regalía. Y llega a ser cansino esta maldición de no ser vasco.