"Qué inapropiado llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano".

Arthur Clarke

Sorprendente es la relación que se puede establecer entre los animales y el ser humano. Y también sorprende el maltrato que les damos, la mayoría de las veces debido a intereses económicos. Nuestra visión del reino animal, como seres inferiores respecto a nosotros, se usa para justificar toda una serie de actitudes que desde la ética quedan completamente desfasadas. Hasta que llega un día en que una especie en concreto nos demuestra, en este caso además, con apoyo del paradigma científico actual, que la supuesta inferioridad no es tal.

El caso de las ballenas y los delfines es uno de estos ejemplos. Dejando a un lado la constitución cerebral de delfines y ballenas, aparentemente más compleja y desarrollada que la de los humanos, es particularmente bello como usan sus capacidades, tanto físicas como emocionales. Los sonidos que emiten delfines y ballenas son tremendamente complejos. Esa complejidad recae en las tonalidades, frecuencias y en su capacidad para emitirlas. Digamos que su aparato fonador (carecen de cuerdas vocales) tiene unas características muy concretas que les permite emitir sonidos de toda la gama de frecuencias que el oído humano no puede percibir.

En el mundo del cine y ya desde hace muchos años algunas de las grandes producciones de ciencia ficción han empleado la música ya no como un arte, sino como un modo de comunicación universal. Todos recordamos esas famosas secuencias musicales de cuatro tonos que podíamos ver a comienzos de la década de los ochenta, destinadas a la comunicación con aquellos visitantes de otros mundos. La certeza sobre este importante hecho científico, queda plenamente demostrada al dejar de lado nuestro absurdo orgullo como especie dominante y mirar con humildad a nuestro alrededor. ¿Cuántos miles de seres vivos viven con nosotros en este pequeño planeta? Aún a riesgo de parecer soñador, ¿cuántos millones lo harán en nuestro universo? ¿Realmente sus diferencias de adaptación a su propio medio les hace ser inferiores a nosotros?

En nuestro código genético aún quedan diversos restos de aquellos tiempos en los que vivíamos en los océanos, como formas de vida poco evolucionadas. Y ya más tarde, como un eslabón de esos perfeccionados cetáceos adaptados a la vida marina. Todos sabemos que el verdadero origen de la vida se produjo en los mares?

Me sorprende como científico y me alegra poder contar con esta fauna maravillosa de nuestro océano en particular en las costas de Tenerife y La Gomera, donde habitan tantas especies de cetáceos, unas residentes y otras de paso que nos deleitan con su presencia. ¿Sabemos de las capacidades de estos cetáceos? Esa es siempre mi pregunta como científico. ¿Cómo es posible que con su sentido sean capaces de aproximarse a una embarcación que en ese momento está dando un concierto de música, y como un oyente más se aproximen con su familia a nuestra nave? ¿Qué me quieren decir? ¿Estamos aquí y somos felices? De verdad que no deja de sorprender la afinidad de estas especies con el ser humano y que les atraiga sonidos musicales cuando a nosotros también nos atraen sus notas musicales. Mi pregunta es: ¿los observamos o son ellos quienes observan?

Sabemos de tratamientos para resolver patologías con cetáceos con esos mismos sonidos que ellos son capaces de emitir y que se estudian a nivel científico y que nuestro aparato auditivo no es capaz de detectar como ya comente anteriormente. ¿Quién nos puede decir hoy día si la musicoterapia los atrae o simplemente son ellos los interesados en conocernos mucho más y así ver la posibilidad de estar unos minutos observando esas siluetas espectaculares de nuestro gran entorno marino?

Sería muy interesante contar con nuestras universidades y con los departamentos de Biología Marina para intentar no molestar, ni increpar a esta fauna prodigiosa que habita en nuestro mar. Como crítica evitar el despliegue de tantas naves de todo tipo que de alguna manera están mortificando a estas especies marinas. Personalmente, como amante de la mar y defensor del medio marino, ruego a nuestros políticos en esta materia, que desde mi punto de vista lo están haciendo muy bien, respeto a las normas que ya tienen aprobadas. Pido que se siga un control exhaustivo para evitar esas grandes potencias en naves con hélices y con ruido, que sean conscientes del daño que podemos ocasionar a esta fauna salvaje de nuestro entorno. Pido un poco de respeto a navegantes de motos acuáticas como a naves con grandes hélices que hacen mucho ruido con esos motores tan potentes y así luchar por nuestra fauna marina, en beneficio de este grupo llamado raza humana que habita en Canarias. Se debe respetar el ambiente en que estos cetáceos se desarrollan, viven y se reproducen.

Por último, sería importante intentar con la ayuda de nuestras universidades y el Gobierno de Canarias, tan sensibles en estos temas, declarar el área entre la isla de La Gomera y Tenerife como zona protegida para estos vecinos marinos y poner todos los medios para no perturbar a estas especies. Podemos estar hablando de una zona VIP en el océano, una iniciativa de vanguardia en el mundo que, con el máximo respeto, podamos disfrutar tanto nosotros como las futuras generaciones.

*Médico, antropólogo y amante del mar