Canarias considera que en los presupuestos de 2019 le corresponden unos cuatro mil novecientos millones de euros. Menos mal que la noticia no le cogió nadando en las cristalinas aguas de Lanzarote, porque Pedro Sánchez seguramente se habría ahogado. Dicen que si te da un ataque de risa es imposible nadar.

El problema es que si España cumple sus propias leyes ese es el importe que tendría que venir a estas islas. Y frente a quienes piensen que vivimos enchufados a la teta -por ejemplo, yo mismo- cabe señalar que España entera es un país de lactantes. Con el nuevo REF y el nuevo Estatuto en las manos, entre lo que se paga a los territorios insulares por el sobrecoste de producción eléctrica, las subvenciones a los billetes con la Península y a las mercancías, lo que cobran los plataneros, el dinero para formación y empleo, los convenios y lo que nos toca por el sistema de financiación autonómica, viene saliendo la cifra que ha dado a conocer el Gobierno de estas islas.

Y es que en Canarias se ha pensado, porque somos así de cojonudos, que las Islas podían blindar un estatus especial dentro del Estado español a través de leyes. Es justo en lo que se han estado partiendo los cuernos en los últimos años nuestros gobernantes. Y lo consiguieron. Ahora toca la fase en la que van a descubrir que las leyes, cuando así les conviene, se las pasan en Madrid por ese lugar donde la espalda pierde su honesto nombre. Como han hecho toda la vida.

Lo que confiere el verdadero poder político a un territorio son sus votos. Y en este momento los que de verdad deciden mayorías en el Congreso -la verdadera cámara de los territorios- son los vascos y los catalanes, que les han quitado apoyos a los partidos estatales y han votado por los nacionalistas. Esa es la verdad del barquero. El Gobierno socialista, en minoría parlamentaria, depende de ellos y de Podemos para tener mayorías. La escala de prioridades de Pedro Sánchez, ocupado en sobrevivir en la Moncloa, consiste en saber dónde encontrar el dinero que le exigen sus socios. Y en gestionar un gasto público que no hace más que crecer y unos ingresos que no hacen más que bajar.

¿Y saben dónde no va a estar ese dinero? No va a estar en lo que se destine a Cataluña, que tiene un pufo de deuda pública de ochenta mil millones y va a cambiar un poquito de paz por muchísima pasta de la que están enormemente necesitados. No estará en la subida de pensiones para más de nueve millones de votantes. Ni por supuesto en la subida de salarios a los tres millones y medio de empleados públicos del Estado. Subirán los impuestos a mansalva. Pero como eso tampoco dará, le meterán recortes a los que pintan menos. Y ahí estamos nosotros, a la cabeza.