La noche de Fin de Año está llena de disyuntivas, como la vida misma, y es que en todo el mundo se prepararon y llevaron a cabo una serie de consejos, la mayoría de lo más ocurrentes, para que la entrada al nuevo año trajera consigo la suerte que todos desean.

Hablando con una buena amiga que es muy crédula en estas cuestiones, me cuenta que han sido tantas las recomendaciones que le dieron para el momento de las campanadas, ese instante de dejar un año y recibir al otro, a las que unió todas aquellas que leyó en el Facebook, que le fue totalmente imposible cumplirlas

Y es que entre esos consejos se encontraban algunos de ardua y trabajosa ejecución como que, justo a las doce de la noche, tenía que barrer la casa con una escoba vieja de dentro hacia fuera, o el de coger una maleta antigua y darle la vuelta a la manzana. Mi amiga vive en una casa terrera en Igueste de Candelaria, no en Nueva York, y una manzana en Igueste sería algo así como ir hasta las Caletillas y volver.

También le sugirieron que hiciera un muñeco de trapo y que escribiera todo lo malo que tendría que irse, pero las manualidades y la muñequería no son precisamente una habilidad de mi amiga.

Una vecina venezolana, que lleva un par de meses viviendo en Candelaria, le refirió que para tener una buena entrada de año tenía que meter un billete de cincuenta euros junto con dos monedas de dos euros dentro del zapato derecho (ahora parece que todo es con la derecha).

La verdad es que no me imagino a mi amiga bailando una conga con monedas en los juanetes.

Además, la asistente a domicilio de origen cubano que trabaja algunos días en casa de mi amiga le recomendó que pusiese un anillo de oro dentro de la copa. Solo les digo que mi amiga ha tenido que buscar unos "palitos". Se imaginan que pasó, ¿verdad?

Otra señora que conoce de sortilegios le indicó que para entrar al año "con buen pie" debía ponerse la ropa al revés. Ella jamás haría eso porque es el "glamour andante".

Y ya en Facebook tomó buena nota de lo que escribía en su blog personal, desde Caracas, "La Bruja del Guarataro", que aconsejaba un ensalme de canela, clavo, café, estoraque, y azúcar para atraer la suerte en el 2019. A mí me sonó más a un postre que a un sortilegio.

También le apuntaron cumplir con la tradición italiana de comerse un plato de lentejas pardinas, pero mi amiga era sabedora que la mezcla de lentejas y uvas produce serias flatulencias.

Otro consejo que le dieron es que repartiera espigas de trigo a los más allegados. Imagínense, ni que mi amiga viviese en "La Casa de la Pradera".

A mí me aconsejó que me pusiese unos calzoncillos amarillos para dar la bienvenida al 2019, pero yo le contesté que mejor lo dejaba para el mes de mayo.

Otro de los embrujos que le aconsejaron era coger un cubo de agua y lanzarlo a la calle. Cosa que evidentemente mi amiga no realizó, porque pensó que podría haber mucha gente dando vueltas a la manzana con la maleta vieja.

Ya no les cuento lo de las velas y otros sortilegios porque sería inacabable e irrealizable.

Fueron tantos, pero tantos, los consejos que le dieron a mi amiga la crédula que, sencillamente, no llevó a cabo ninguno de ellos por cuestión de lógica y de falta de tiempo material. Imposible hacer todo eso en doce segundos.

Lo que sí hizo mi amiga fue contemplar a toda su familia a su alrededor y sentirse inmediatamente feliz.

Las cosas se consiguen con trabajo y los que más trabajan y más empáticos son, más suerte tienen. Feliz Año Nuevo.

* Vicepresidente y Consejero Insular del Área de Empleo, Comercio, Industria y Desarrollo Socioeconómico

Excmo. Cabildo Insular de Tenerife