O eso parece. El de Pedro Sánchez, ese que quiere aparentar acercarse al centro, resulta que es de una radicalidad extrema en según qué asuntos. Y es que esta izquierda resulta mucho más dura a la hora de negociar que cualquier derecha. Sánchez, siempre cuestionado por los suyos, aparentemente incapaz de sacar los presupuestos generales adelante y al borde de tener que convocar unas elecciones anticipadas, únicamente es amable con los suyos, con los independentistas catalanes y con Podemos. Un asco del que detestan tantos altos cargos del partido de hoy y de siempre. Y Canarias no es socialista, asunto por el cual, quizás, el bueno de Pedro niegue la firma de 30 millones de euros destinados a paliar la pobreza en Canarias.

Determinadas administraciones isleñas, según cuentan sus dirigentes, no pudieron ejecutar todo el presupuesto de esta partida el ejercicio pasado y lo achacan al poco tiempo del que se dispuso para ejecutarlo. Hoy, esa es la excusa del atorado Gobierno para ningunearnos. Pero no a todos los canarios, que también, sino a los que peor lo están pasando, a los que no tienen recursos? Y esto lo hace un gobierno que dice llamarse socialista.

El presidente Sánchez únicamente juega a ganar votos para unas inminentes elecciones: bajando las horas de curro a los profesores o restándoles alumnos por clase. Sánchez está en la misma onda que podemos, que ahora se desdice de las barbaridades que decían de Venezuela, en un desvergonzado intento de arrimarse más al socialismo y pescar votos en el caladero del PSOE. Y es que están acongojados porque a día de hoy una unión de la derecha los echaría de la Moncloa. Y es que este socialismo incierto es capaz de pactar con el diablo (como ha hecho) para que su jeque siga presidiendo el trono.

@JC_Alberto