No querría que este comentario se entendiera como una voz de alarma ante la posibilidad de que algún día ocurra un accidente, pero tampoco quiero quedarme con las ganas de manifestar mi preocupación por la situación de un edificio que, en mi opinión, debería ser objeto de una inspección por los técnicos municipales del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz: me refiero al situado bajo la plaza de Europa.

Desgraciadamente, a lo largo de los últimos años, los medios de comunicación nos han informado sobre los accidentes ocurridos en varios países, más que nada por una falta de mantenimiento que, como ocurre con los ascensores, debería ser obligatorio; y la inspección, con un parte firmado por el responsable, para que quede constancia de que esta ha sido realizada, para bien o para mal. Paseos marítimos que se desploman debido a la debilidad de su estructura, sea esta de madera, hierro u hormigón; gradas que no pueden soportar el ''golpe de ariete'' cuando los espectadores saltan de júbilo al gritar ''gol''; carreteras que se agrietan bajo el peso de camiones que sobrepasan las cuarenta toneladas; desprendimientos de tierra que invaden calzadas y playas dejando víctimas a su paso, etc. De todos ellos, cuando se divulgan, solemos hacer siempre el mismo comentario y preguntarnos por qué nadie se había dado cuenta de su precariedad. Y aunque esos comentarios estén cargados de razón, hay que decir que, muy a menudo, esos accidentes son muy difíciles de prever: ahí tenemos, sin ir más lejos, el derrumbamiento del puente Morandi, en Génova, el pasado 14 de agosto. ¿Se podría haber evitado? En mi opinión esa posibilidad es casi irreal ya que las estructuras de hormigón armado, sobre todo cuando sus elementos portantes -me refiero a las vigas, no a los pilares- son poco menos que inaccesibles.

Sin embargo, tras lo dicho, sí que hay estructuras que son perfectamente controlables: los forjados. Estos, si sufren diariamente el peso del tráfico de vehículos de cualquier clase -automóviles, camiones, autobuses, trenes?- pueden resquebrajarse y reflejar en su superficie fisuras y grietas de regular tamaño, que pueden ser detectadas con facilidad por los equipos de mantenimiento. Si el elemento en cuestión está al aire libre, el agua no tardará en filtrarse y llegar a los elementos metálicos, lo que traerá consigo su oxidación y posible rotura en el futuro. Como ejemplo de buen hacer se puede citar el arreglo que se ha llevado a cabo en el santacrucero puente de Galcerán.

No obstante, hay estructuras que, no estando a la intemperie, presentan un estado que considero alarmante: y ahí entraría, entre otros, el aparcamiento mencionado y objeto de este comentario. Habitual visitante de la ciudad desde hace muchos años, he podido comprobar que su techo -el piso de la plaza- debe de estar muy agrietado, pues las goteras y charcos dentro del garaje son constantes. El problema, siendo grave, lo es más si tenemos en cuenta las aglomeraciones de gente que se producen en la plaza en bastantes ocasiones debido a actos ciudadanos, lo cual provoca sobrecargas que los elementos calculados sin duda alguna podrían soportar, pero esto si están en buenas condiciones. Creo en consecuencia que no estaría de más que los técnicos del Ayuntamiento porteño realicen una escrupulosa inspección de la estructura para verificar si su estado es el más apropiado. E incluso, aún suponiendo que sea así, aconsejaría la impermeabilización del suelo. Será sin duda alguna una obra costosa, pero mayor lo sería si el inesperado derrumbe de algún elemento estructural tuviese fatales consecuencias.

La mejor medicina es la preventiva, y a tiempo estamos.