Los tipos de interés fijan el precio del dinero en función del plazo y el riesgo, y permiten, entre otras cosas, invertir para generar mayor negocio en las empresas o las familias.

También se puede prestar entre bancos, a los Estados que, a su vez, se ven afectados por la prima de riesgo, y en el caso del euro, por las políticas del Banco Central Europeo.

Si los tipos de interés son bajos a corto plazo, independientemente de la afectación al nivel de ahorro de familias y empresas como en la actualidad, la demanda sube, las familias y empresas piden créditos para crecer y a través de ello, la economía recibirá un impulso de crecimiento y empleo, aunque, como efecto a vigilar, sube la inflación.

Si por el contrario suben los tipos de interés, las entidades que recibieron los créditos tendrán un coste superior al contratado inicialmente, habrá menos facilidad de acceder al crédito y la economía se ralentizará si la subida es progresiva, o se resentirá si sube de golpe a un nivel importante. Por el contrario, se controlará el alza de la inflación.

Hoy en día, tenemos la paradoja de bajos tipos de interés bajo crecimiento y baja inflación, junto con un alto desempleo, un déficit público controlado pero importante y un nivel muy alto de deuda pública y privada.

Por ello, debemos preguntarnos si es urgente que el Banco Central Europeo suba los tipos de interés en estos momentos.

Claramente, los tipos de interés y la facilidad para obtener crédito en Europa están subvencionados como única política económica que se ha aplicado para salir de la crisis de 2007.

Pero al margen de ayudar a sectores ineficientes, impulsar el saneamiento bancario o promover la inversión productiva, no puede quedarse en una política de alivio para los Estados más afectados si no vienen acompañados de una política de eficiencia en la inversión y en el gasto publico.

No olvidemos que no es lo mismo devolver los intereses al 1,5% que al 3% y que, a ingresos estables, supone que hay que dejar de gastar o invertir para pagar este incremento al sistema financiero.

En el caso de España, con una deuda pública de 1,1 billones de euros, supondría un incremento de coste de interés que podría llegar hasta los 18 mil millones de euros anuales y que solo puede sufragarse con menos gasto o más impuestos, lo que haría peligrar el crecimiento económico y el empleo.

La rebaja del endeudamiento puede ser la próxima medida que tendremos que afrontar después de controlar el déficit público y, salvo que la mantengamos en el tiempo con unos tipos asequibles, ajustando el déficit público, podríamos sufrir un crecimiento de la tasa de desempleo.

Todo lo contrario a nuestro objetivo de mejorar el empleo, el nivel salarial y el empleo estable y de calidad que las familias demandan.

*Vicepresidente del Consorcio de la Zona Especial Canaria