La primera ministra británica, Theresa May, durante la negociación que está tratando para la salida de su país de la UE, afirmó que la posición de su Gobierno, con respecto a Gibraltar, "no ha cambiado, ni cambiará", respecto a la soberanía británica de la Roca. Esta postura ha vuelto a poner sobre la mesa el tema de Gibraltar que los hijos de la Gran Bretaña usurparon a España en 1704.

Hagamos un poco de historia. Gibraltar es suelo español desde tiempos de los romanos. La captura británica de la Roca fue un simple acto de piratería.

Efectivamente. Al morir sin sucesión el rey Carlos II, el último Austria, España sufrió la Guerra de Sucesión por aspirantes al trono español. Las grandes potencias europeas se movilizaron para que la Corona española quedara bajo su área de influencia. Por un lado estaba Francia, que tenía a su favor el testamento real por el que Felipe de Anjou, nieto del rey francés Luis XIV, es designado heredero por Carlos II, de quien era sobrino. Por otro lado estaba la coalición del imperio austríaco y de Inglaterra, en favor del archiduque Carlos, sobrino también de Carlos II. La rivalidad entre los dos pretendiente dio lugar a la Guerra de Sucesión, en 1702.

En este contexto bélico, el 4 de agosto de 1704, Gibraltar fue ocupado por una flota anglo-holandesa, tomando posesión de la Roca el almirante británico Rooke, en nombre del archiduque Carlos de Austria, alzando su pendón en la fortaleza, pero el almirante Rooke, contra toda razón, lo pensó mejor y decidió izar en Gibraltar la bandera inglesa. España intentó recuperar Gibraltar en repetidas ocasiones, desde aquel año de 1704, pero nunca fue posible, ya que Inglaterra decidió aceptar el regalo que le hizo el pirata Rooke. Es decir, Gibraltar no cayó en una derrota militar sino en una vergonzosa trampa de trilero.

La Guerra de Sucesión terminó con el Tratado de Utrecht firmado en 1713, entre Francia y España, por una parte, y Gran Bretaña, Portugal, Países Bajos, Saboya y Prusia, por otro.

El único título jurídico que los británicos pueden alegar para justificar su presencia en Gibraltar, es el Tratado de Utrecht, en cuyo artículo X, al ceder a la Corona inglesa "la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, y las defensas y fortalezas que le pertenecen", se dice textualmente que "(...) quiere el Rey católico y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se cede a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra (...)". Sin embargo, el Reino Unido, desde que se apropió fraudulentamente del Peñón, mostró signos inequívocos de no conformarse solo con la fortaleza, tal como se describe en el Tratado de Utrecht, llegando las violaciones a lo estipulado hasta seguir usurpando más territorio español, utilizando como método el engaño, la fuerza y la indignidad, así se ha ido incautando ilegítimamente de territorio, espacio aéreo y marítimo español con argucias y con la pasividad del Gobierno español.

En resumen, Gibraltar es una pequeña colonia británica que permanece ocupada ilegítimamente por Gran Bretaña desde 1704, por virtud del Tratado de Utrecht. Naciones Unidas ha llamado en repetidas ocasiones a los gobiernos español y británico a poner fin a esta situación colonial, la única de Europa y un anacronismo vergonzoso para El Reino Unido, porque el Peñón es español, robado por un almirante inglés que traicionó la confianza de un pretendiente al trono de España.